DOS

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¿El sonido del disparo? ¿Era eso algo que la gente todavía disfrutaba? Bueno, si él todavía
podía comprar equipamiento y productos para su hobby, entonces sí, todavía había gente que disfrutaba tomando fotografías analógicas. Pero la emoción y la energía puestas al hablar de ello, Jaebeom creía que sólo Jinyoung la tenía. Quizá porque todavía era joven, quizá porque
todavía lo veía como un pasatiempo.
-Entonces no es apropiado para el trabajo.
Sentenció Jackson al escuchar lo que Jaebeom tenía para decir acerca de la entrevista con el
nuevo fotógrafo.
-¿Por qué? Viste el portfolio. Sus fotos son las mejores.
-Sí, pero te emocionas mucho hablando de él…No me gusta eso.
Aunque los dos estaban sentados uno al lado del otro, Jaebeom podía de todas maneras ver la molestia en el rostro de su novio. Para detener la mueca que comenzaba a crecer, decidió tomarlo en brazos con intensidad hasta que la tensión en las extremidades de Jackson desapareciera. Era una técnica que había comenzado a usar hace unos meses y que no descartaba por su efectividad. A fin de cuentas, agradecía que Jackson estuviera tan
enamorado porque de esa manera las cosas eran un poco más fáciles.
-No tienes de qué preocuparte…Solamente existes tú.
Susurró sobre la cabeza de Jackson, mientras éste parecía temblar en su embrace, riéndose
tímidamente en realidad.
-Pero ¿está bien si te dejo con otro chico guapo? Lim Jaebeom, yo no me olvido que los
rumores que había sobre ti no eran sólo rumores.
Ya separados, Jackson debió advertirle a su novio, quien ciertamente, había creado más que una reputación entre las agencias de modelos con las que trabajaba hasta hace un año.
Jaebeom no lo pudo evitar y una sonrisa llena de arrogancia se implantó en sus labios. La
traviesa mirada que posó sobre los ojos de Jackson lograron su cometido y la postura de galán que lo había poseído dejó al más pequeño de los dos sobre el sillón, expectante.
-Hay algo que ninguna de esas personas experimentó.
Con tan solo frases como aquellas, el mundo de Jackson se desvanecía y su pecho dejaba de ser lugar suficiente para soportar los latidos de su corazón. Jaebeom lo sabía, y no perdía
oportunidad para jugar con ello, inundado de felicidad.
Se tomaron de las manos en un juego algo excitante y se dirigieron a la habitación, sentimientos teñidos de fascinación. Jackson no podía evitar sentirse plenamente feliz, negándoselo cinco segundos después, puesto que con cada caricia esa felicidad lograba aumentar más y más. Las medidas eran algo imposible así. Jaebeom lo recostó sobre las cobijas y no dudó en recorrer toda la extensión de su cuerpo con sus labios, explorando incansablemente los puntos débiles de su novio. Ambos sonreían ampliamente, desesperándose momentos después, extasiándose con la existencia del otro. En momentos como aquello parecían transformarse en adolescentes nuevamente y experimentaban todo con novedad, abrazándose a escondidas en algún rincón de la escuela, besándose sobre la rama de aquel roble, amándose debajo de las sábanas de una habitación gris. Los dedos de Jackson se retorcían sobre la espalda de Jaebeom, su boca a medio abrir para dejar escapar los sonidos de los que ambos se alimentaban, esperando más besos.
- Te amo.
Soltó uno de ellos, como entrelazando los pensamientos de ambos. Lograron despejarse de la lujuria por algunos segundos y se dedicaron a perder sus almas en los ojos del otro. Diez años no eran nada.
Recuperando el ritmo de su respiración, Jackson se quedó mirando el techo mientras escuchaba a Jaebeom revólver en alguno de los cajones de la habitación. Se perdió en las figuras de la blanca superficie y se quedó allí atrapado en el limbo del sueño y el presente. Una fuerte luz le permitió escapar, haciendo que su confundida vista viajara hacia la persona parada sobre la cama, tomándole fotos. Se sorprendió e intentó cubrirse pero Jaebeom se lo impidió, lanzándose otra vez sobre él.
- No seas tímido.
Mencionó, en un tono que terminó siendo más seductor que imperativo. Jackson dudó, hasta que se dejó llevar por la adrenalina de la situación y permitió que Jaebeom lo retratara así, su piel teñida por los violetas del cielo iniciando su amanecer.
- Estas son sólo para mí.
Explicó después el fotógrafo, con una traviesa sonrisa en los labios. El día que sobrevino sobre ellos sin darles tiempo de percatarse, dió fe de lo mucho que les gustaba estar juntos. La ciudad los esperaba, devueltos a su vida de adultos, pero manteniendo la emoción de aquellos años en dónde todo era vivido como la primera vez.

La primera vez [Jackbeom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora