Capitulo 2

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El ilimitado poder del acuerdo

"Además les digo que si dos de ustedes... se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos", Mateo 18:19-20 (NVI).

1. El acuerdo atrae la presencia de Dios.

El mayor beneficio al ponernos de acuerdo es que le damos la bienvenida a la presencia manifiesta del Señor. Y cuando el acuerdo es en el vínculo de la familia, Dios se mueve de maneras sobrenaturales. Él mismo dice: "Allí estoy yo en medio de ellos". Tamaña revelación no puede soslayarse. Si los esposos oran en unidad se abre el cielo en conexión directa con los que se mueven en el ilimitado poder del acuerdo.

Nuestra vida de oración comenzó junto a un mástil, en el parque del templo donde nos congregábamos cuando éramos solteros. Al ponernos de novios, lo primero que hicimos fue una promesa. Le dijimos a Dios que lo servi-ríamos toda la vida. Por ese entonces nuestra vida de oración era vibrante y enérgica, pero fue diluyéndose a través de los años a medida que las exigencias ministeriales fueron ocupando nuestra agenda diaria. El ministerio y las muchas ocupaciones en la obra de Dios comenzaron a tomar el lugar de Dios. Ese proceso fue lento e inconsciente. ¡Claro que orábamos! Pero la oración no era nuestra prioridad. Nos deslizamos sin darnos cuenta. La iglesia crecía, el ministerio internacional demandaba tiempo, esfuerzo y dedicación. Los viajes eran cada vez más frecuentes y, como si fuera poco, Dios parecía respaldar todo lo que hacíamos. Hasta que algo sucedió.

Mientras predicábamos en China Dios irrumpió en nuestras vidas y cambió todos nuestros planes. De repente fuimos seducidos por el cielo y atraídos por su presencia. Nuestros tiempos de oración juntos y en unidad se intensificaron como al principio y los momentos de lectura y estudio de la Biblia volvieron a ser profundos, enriquecedores, reveladores y extremadamente significativos. Ese tiempo de búsqueda fue acompañado por un proceso de debilitamiento físico. Comencé con un proceso agudo de dolor lumbar que me dejó literalmente paralizado (escribe José Luis). Siete bloqueos en la columna, rehabilitación, kinesiología y muchos medicamentos no atemperaban los punzantes dolores que padecía.

Al mismo tiempo Silvia comenzó con un fuerte dolor en el pecho y le diagnosticaron pericarditis, la cual retornó varias veces en ese año. Ambos estábamos en reposo, tomando diariamente decenas de pastillas que no mitigaban los síntomas físicos. ¡Pero bendito sea el Señor! Ese desierto se convirtió en la mejor etapa de nuestra vida. Fue durante ese proceso que acondicionamos un lugar en el fondo de nuestra casa que hemos denominado la Carpa del Encuentro recordando los encuentros que Moisés tenía con Dios, cada día, fuera del campamento. Ese espacio físico se ha convertido en nuestro lugar favorito. Allí tenemos una cita con Dios a diario, bien temprano en la mañana. Ese encuentro no se ha interrumpido en más de 20 meses. No ha sido fácil. Tuvimos que hacer cambios en la agenda para programar una cita diaria y a solas con Dios. Hacer un 'hueco' cuando está llena de 'cosas buenas' no es tarea sencilla. Apartar tiempo para una reunión de oración basada en adoración cuesta lágrimas, y muchas más si quieres que sea en pareja.

2. El acuerdo es costoso.

¿Por qué cuesta tanto orar juntos? Porque orar con todo el ser exige desnudarse emocionalmente delante del otro y eso intimida. ¡Qué paradoja! Los esposos no sienten vergüenza al desnudarse físicamente, pero sí cuando deben desnudar sus almas. Es que la oración sincera nos hace vulnerables. Se necesita de mucha humildad para derramarse de manera profunda y sentida delante del Señor en presencia del cónyuge. Reconocer frente al otro las inseguridades, los errores, la falta de sabiduría o cualquier cosa que sea difícil requiere, primeramente, que el orgullo haya sido quebrado.

Mi casa, tu casaWhere stories live. Discover now