Siglo XVIII.
Travion Llywenlyn era el único varón y el menor de todas sus hermanas, hijo séptimo de una familia acomodada que poseía grandes tierras en las montañas de Gales.
El pequeño había nacido con belleza delicada, era hermoso y era la adoración de sus hermanas mayores. Su brillante cabello rubio (o más bien blanco como la misma nieve), sus ojos azules resaltando en su cara de porcelana, todo lo nevado dejando relucir sus labios rosas. Era una criatura preciosa aun cuando cumplió los 12 años y la adolescencia lo alcanzo.
Cuando Travion tenía 15, la familia entró en una decaída total en su economía. No poseían ni un centavo y mientras sus hermanas buscaban un hombre rico con quien casarse, Travion discutía con su padre sobre ir a Londres, sobre trabajar. Por el contrario, su padre siempre negó esa posibilidad.
Un día de invierno un hombre se presentó a su hogar, decía ser un gran empresario, contaba que era dueño de grandes tierras y riquezas en Londres. El hombre, sin duda joven, quizás unos 25 o menos de 30 años; alto, vestido en un traje elegante, adornando sus dedos con anillos de grandes joyas era la imagen de una pintura de Miguel Ángel.
Su rostro era una preciosa máscara inglesa rodeada de su cabello castaño.
Travion veía a su padre hablar con el hombre, a escondidas, pero sus ojos azules se encontraron con los castaños del inglés, había algo fuera de lo normal en esos ojos, como cuando vez una pintura y parece seguirte a todas partes.
El hombre dijo al padre de Travion entonces:
— ¿Cuánto pide por el niño? — El padre de Travion dudó, pero fue por un segundo. Y en ese segundo el desconocido comenzó a dar ofertas. — 100... 1000, 10,000, el precio de sus tierras y triplíquelo.
No hubo más duda en el padre del niño. El inglés pagó las deudas de la familia, esa fue petición del chiquillo mismo. Su padre pensaba lo mejor para el joven, y eso era que el hijo que tanto amaba viviera con un hombre que podría mantenerlo rodeado de lujos, eso a que viviera en la pobreza donde su belleza no merecía morir. Con las condiciones de una buena educación y que escribiera siempre, dejo ir a su retoño menor a Londres.
Mientras el Travion lloraba en el carruaje, manchando su traje de satín azul, el hombre acerco su mano limpiándole el rostro. Su tacto frío hizo saltar al niño.
— No llores criatura, no llores, que tu padre ha hecho bien por ti, conmigo tendrás todo y más.
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Travion, el vampiro.
VampirePequeño relato. Travion, el vampiro. Gay-Yaoi//Vampiros//Cuento corto. Muchas gracias por leer. Acepto consejos y sugerencias.