Parte 2. El primer requisito de la inmortalidad es la muerte.

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Y, a pesar de todo el inglés cumplió con su parte. Durante los siguientes años Travion conoció Londres, Francia, Grecia, ciudades llenas de belleza. El hombre, cual nombre era Dietrich, había cumplido su palabra. Desde ropa hasta comida, joyas, mansiones, pinturas. Cada capricho del niño era cumplido. Los mejores tutores, el joven obtuvo muchos conocimientos en las artes, escribiendo cada semana a su familia, hasta que, con los años, de alguna manera, dejo de hacerlo.

Travion creció bajo el amor de Dietrich, su amor, cada noche, cada día. Dietrich logro llenarlo de halagos; sobre su belleza, sobre su inteligencia. Travion creció como un pequeño príncipe. Engreído, con el inglés a sus pies siempre adorándolo.

Travion siempre le pregunto a Dietrich por qué quería hacerse responsable de alguien como él, a lo que el hombre respondía:

— Lo sabrás cuando llegué el momento mi niño— y besaba sus labios.

Pero Dietrich siempre fue un misterio, sus ojos oscuros siempre ocultando algo que Travion nunca entendió.

— ¿A dónde vas? Siempre sales a la misma fecha cada mes, y no vuelves hasta dentro de tres días. Dietrich, ¿Qué secreto tienes?

El mayor miró a su pequeño, aquel que había crecido hasta la madura edad de 19 años. Su belleza inocente en los ojos de un joven hombre, sus rasgos angelicales se habían vuelto finas líneas, líneas filosas como espinas en una rosa blanca. Aun podía robarle un suspiro como la primera vez que lo vio.

El moreno tomo un libro, adoraba leerle en voz alta las obras de Shakespeare, moviendo su largo cabello fuera de su rostro.

— El primer nombre que escuché desde que tengo memoria...fue Lilith — se había inclinado sobre el joven y entregado el libro. El mayor mira a su pupilo con ojos sin luz y luego salió de la habitación.

Travion no lograba entender en qué se relacionaba Lilith con las partidas de su mayor, ¿Algún rito satanista? Dietrich era un hombre tan bueno y dulce, definitivamente no. Durante días no menciono nada, se dedicaba a esconderse en la biblioteca y estudiar.

Después de que hicieran el amor como casi cada noche, Travion quiso insistir con sus dudas, entonces, seguro de poder hablar.

—Lilith fue la primera esposa de Adán en el paraíso — le dijo Travion a Dietrich mientras descansaba en su pecho — Ella abandonó el edén por cuenta propia y se unió a los demonios, ¿Qué relación tiene con tus partidas mensuales? ¿Por qué me ocultas algo a mí?

Dietrich acaricio el blanco cabello de Travion y suspiró.

— Lilith, quien fue condenada y para algunos, mi niño, es considerada la reina de los seres de la noche, la primera gran demonio. Fue el primer nombre que escuche porque mi memoria como mortal ha estado desvaneciéndose, es mi creadora, mi madre, ¿Sabes por qué te traje conmigo? — Y no dejo hablar a Travion, Dietrich parecía sumido en sus pensamientos, quizás recuerdos — Estás muriendo... y no sé cuánto tiempo más pueda seguir fingiendo que no...

Travion le escucho, intentó creyendo fielmente que era alguna vil broma. Hasta que el mayor se gira para encararlo. El pánico llegó a él cuando no vio pizca de mentira en sus ojos castaños.

— Si no te había dicho nada, es porque te amo y porque no quería quitarte tu derecho a vivir, pero en estos días he pensado en cómo sería mi existencia sin ti...

Travion iba a abrir la boca para negar, gritar, decir cualquier cosa pero fue interrumpido por un beso y un fuerte dolor en su cuello. Dietrich había clavado sus dientes en su blanca piel hasta llegar a la vena, hasta perforar, sosteniendo el cuerpo de su amante succionando hasta que los pensamientos de Travion se hicieron confusos. Su sangre era la más deliciosa que Dietrich había probado y la envenenaba. La más dulce, la más llenadora; pero tenía que detenerse, no mataría a su niño. Cuando logró separarse de su cuello con el escozor en su sistema, se cortó la muñeca, dejó caer su sangre en los labios del rubio y tal como moscas a la miel, el niño se aferró a su brazo, succionando su sangre combinada con la propia.

"Estoy muriendo", había pensando Travion, "estoy muerto".

Travion se sentía embriagado por el olor y el éxtasis. Su cabeza estaba vacía, su garganta llena. Algo está golpeando sus entrañas y la voz de alguien susurrándole le hizo estremecer. Dietrich le había arrebatado el brazo y su éxtasis desapareció. Se retorcía entre sus sabanas de seda. Sus venas, su garganta, su cerebro. Todo ardía dentro de él. "Hijo", una voz decía en su cabeza mientras convulsionaba en la cama, "Bienvenido". No sabía cómo pero estaba seguro de su nombre era Asmodeo, el hombre que le hablaba, si era un hombre, ese era su nombre. Travion lo repetía en su mente mientras el dolor lo corrompía hasta la locura.

Travion, el vampiro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora