Travion, el vampiro.

Parte 5. El mal es siempre la posible, la bondad es una dificultad.

2014.

Algunas veces puedo escuchar un atisbo de su voz. Algunas veces, en algún lugar de Asia él esta bebiendo algún vino en alguna calle, en algún lugar solitario. Algunas veces lo extraño.

He vivido tanto y tan poco a comparación de algunos seres como yo. Sé muy bien que la locura me ha alcanzado, sobre todo cuando despierto en una ciudad desconocida, sintiéndome vagamente consiente de cómo llegue ahí. Pero no dejaré que él me consuma, me ama y no me hará esto a mí, a mí, su gran príncipe Travion.

Pido perdón a Dietrich cada noche, pero jamás volveré a él, fue mi amor, le agradezco su infinita paciencia conmigo. Con mi ‘’yo’’ hecho un miserable sanguinario cuando era joven. Dejarlo fue una buena decisión. Soy un desastre en cuerpo y alma, y la idea de permanecer siempre a su lado me asustaba, y lo amo, cada década lo amo un poco más, pero no era para mí y sé que él cree lo mismo porque escuchó su voz llamándome siempre… pero jamás viene a mí.

Oh, mi encantador Dietrich, mas amantes has tenido, ni uno tan hermoso como yo, pero has sido feliz como yo lo he sido sin ti.

Sigo siendo un joven congelado a los 19 años, soy tan alto como me permití crecer midiendo un metro ochenta y ocho centímetros, cabello rubio casi blanco y ojos azules que brillan como ningunos otros, eso pasa cuando estas poseído por un príncipe demonio.

He conocido a muchos como yo, al parecer, fui el único al que su maestro no quiso abandonar (Dietrich, mi amor, sigues siendo único, ¿Lo ves?). He conocido criaturas extraordinarias, los lobos son siempre tan encantadores, sobre todo la forma en que despedazan un cuerpo y se lo tragan completamente crudo. Muy elegantes y simpáticos.

Me gusta ser el solitario, el hermoso diablo bailarín, cuando los humanos me ven y se quedan fascinados por mi belleza, es entretenido, por eso sigo aquí, hablando con ellos, jamás me aburriré de ver sus patéticas vidas siendo consumidas.

Espero entonces seguir adelante hasta que Asmodeo me abandone, sé que me idolatra, pero los parásitos suelen matar a su huésped al final. Asmodeo, bastardo sin gloria, por favor, cuando me mates trata de hacerlo mientras duermo en una suit de Nueva York, finjamos que morí de sobredosis como las grandes estrellas de rock.