Los murmuros y la confusión de los estudiantes era lo único que rondaba por el instituto. Y todo por una sola cosa, la fiesta de Halloween.
Durante las últimas horas ese era el único tema de conversación entre los adolescentes del instituto. Todos los alumnos habían recibido una pequeña carta en la cual los invitaban cordialmente a una fiesta de Halloween.
Lo raro de toda esta situación era que nadie sabía quién era la persona que había enviado las invitaciones. Pero no le dieron mucha importancia a eso debido a que hace apenas unos días había salido el rumor de que una nueva familia había llegado al pueblo, muchos vecinos dijeron que habían visto camiones de mudanza y habían visto sombras moverse en el interior de la casa que estaba en venta desde hace algunos años. Por lo cual todos pensaron que los nuevos habían enviado aquella inesperada invitación.
-¿Irás a la fiesta? -Preguntó Kate abriendo su taquilla-
-Sabes lo mucho que amo Halloween, sería un pecado perdérmela.
Kate asintió sonriendo.
-Ademas, debemos saber quiénes son los nuevos.
-Exacto. -Coincidió Leah-
Halloween era la fiesta más esperada por la mayoría de adolescentes del pueblo, y Leah no quedaba atrás.
Amaba esa fiesta, el poder disfrazarse, ser alguien más aunque solo sea por una sola noche, caramelos y calabazas. Simplemente era perfecto.
Aquel día, Leah no prestó demasiada atención a sus clases, estaba demasiado ocupada imaginando quienes serían sus nuevos vecinos, que aspecto tendrían.
Leah estaba emocionada por la idea de tener a gente nueva en el pueblo.
Leah no sabía que a partir de ese día todo su mundo cambiaría.
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