𝑨𝑻𝑨𝑹𝑨𝑿𝑰𝑨
Esta cultura te hace
adicto al sufrimiento
Adicto a una fila de lamentosLa felicidad se apoderó de mi cuerpo al enterarme que Mateo me invitó a su casa, devolviéndome la invitación del otro día en el que él no se pudo quedar, le había tomado bastante cariño al morocho. Era de esos amigos con los que podías contar siempre, ya sea para hablar de la vida o para salir.
Esta semana con Mica nos unimos muchísimo al grupito de los pibes, fuimos a verlos batallar casi todos lo días, en los cuales reforcé la relación con Valen, me di cuenta de muchas cosas que oculta, cosas que me hacen darme cuenta que no es el pibe que yo creí que era, es mucho más de lo que muestra.
Notaba a mi amiga muy feliz con el rubio, si le preguntaba me decía que estaban "en algo". Sea lo que tienen me alegra mucho, se nota que la pasan bien juntos, si ella es feliz, yo lo soy el doble.
Mientras pienso voy sentada del lado de la ventana en el colectivo, la boca queda un poco lejos de mi casa. Disfruto de viajar con la gente, me entretiene ver que hace cada uno, como se expresan, como se visten con originalidad, veo como realmente cada persona es un mundo.
Mucha gente comienza a bajarse, los sigo cuando noto que era mi parada. Las puertas se abren dejando pasar a la manada de trabajadores cansados, gente que pasea por la zona y demás.
Camino un par de cuadras, disfrutando del aire particular de esta zona, tan turística y distinguida. Llego a la vivienda luego de unos minutos, doy tres toques en la puerta esperando a que se abra.
"Hola Amigo." Lo saludo apenas su cuerpo se hace visible frente mío.
"Hola bombona." Sonríe coqueto, haciéndose el gracioso. Me río levemente por su tono de voz.
Se hace a un lado, permitiéndome pasar, me adentro mientras observo todo el lugar con curiosidad. Es la primera vez que vengo, me llama la atención lo desconocido, era todo tan acorde a la personalidad de Mateo, ropa en el suelo, cosas tiradas sobre la mesa de madera, pero bastante linda.
"Te hice un budín." Me lo muestra emocionado apenas entramos a la cocina, su sonrisa pícara delata que el no sabe cocinar.
"Lo hiciste vos posta?" Trato de aguantar la risa mordiendo mi labio inferior con fuerza, no me lo imagino cocinando ningún tipo de alimento
"Bueno, me cachaste, lo compré en el chino pero la intención es lo que cuenta dicen." No aguanté más y largué una carcajada.
Me miró serio y calmé mi risa al toque, con esa cara de malo, el piercing en la nariz y la ceja cortada, me cago toda.
"Bueno mejor así no me intoxico." Suelto los últimos suspiros de la carcajada anterior.
"No te recibo más con nada gila." Su expresión seria se suaviza en una sonrisita, relajándome al instante.
"Te pinta jugar al uno?" Asiente tranquilo, no sabe que se va a enfrentar a la mejor jugadora del uno.
[...]
Estamos jugando al uno hace cuarenta minutos, Mateo todavía no se dió cuenta de que tengo todas las cartas escondidas abajo de la pierna.