TRES

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2:47 en el reloj, frío, el ruido de los vecinos, la cuchilla que sostengo con los labios para que no se me olvide mi deber después de terminar esta historia y la pantalla del teléfono, la cual me daña la vista y me quita las de ganas de desahogarme en cualquier papel o no tan papel, como es el caso. El caso es que me odio, lo he dicho en caliente, lo he dicho a templanza pero pocas en frío, y me odio, por ser lo que soy, por actuar como actúo y sorprenderme para mal con el resultado, pero bueno, nada que hacer ya, solo seguir llenando la bola que arrastro de nieve colina abajo hacia ninguna parte, porque nunca acaba, pero en fin, ya el dejar de sentir no es factible, me he prometido pensar en ello solo cuando esté al alcance de mi mano, y de momento sigo siendo lo bastante cobarde que cuando me tragué esas 14 pastillas, igual de cobarde, pero más experimentado, y con el conocimiento suficiente como para saber cómo hacerlo para hacerlo una y última vez. Me duele la cabeza, le echo la culpa a los vecinos por el ruido, pero que va, solo son balones fuera, deja de engañarte Adrián, eres tú mismo, es normal que, después de todo el daño que has estado provocando la conciencia no esté de tu parte, porque ella sí tiene un buen juicio, duro, pero bueno al fin y al cabo, por eso, desde aquí, quiero pedir perdón por todo lo que hecho, y también por adelantado, porque lo seguiré haciendo, y no quiero que me atendais, eso solo acrecentaría mi ego, seguid como vais, cada uno a lo suyo, yo seguiré a lo mío, que al fin y al cabo, es como mejor acabamos, mal, pero contentos de que fuimos nosotros y no otro el responsable, me voy ya que tengo cuentas pendientes con una cuchilla que aún corta, chao.

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