Five

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El guardián quedó atónito ante esa acción - Pero que les has hecho?! - preguntó indignado a aquel Diablo que lentamente se acercaba a él cargando a Jumin para luego entregárselo -

El está bien, sólo borré de su mente todos los recuerdos que tenía conmigo...- explicó

- Quieres decir que no recordará ni siquiera haberte conocido...? -

- Exactamente - respondió él y comenzó a alejarse.

- Te conozco, tu eres YoonGi, tercer príncipe del infierno -

- Así es -

- ¿Como pudiste posar tus ojos en un ángel?... Acaso te divertiste robando el corazón de un ser tan puro?...-

- ¿Dices que yo lo robé? - sonrió él - esa criatura que cargas ahí es quien se lleva en sus manos para siempre mi corazón - dijo señalándolo.

El ángel quedó en silencio por un momento - Me resulta difícil de creer tu benevolencia - dijo

- Estás en lo cierto, si por mi fuese hubiese arrasado con la mitad de ustedes sólo para que nos dejasen en paz. Pero sé que el no quería que nadie saliese herido por nuestra causa -

- Eres muy arrogante al afirmar algo así -

- Claro que lo soy, soy un Diablo -

- ¿Por qué haces esto? -

- ... Porque lo amo. Algún día cambiaré las reglas del juego y será mío para siempre, pero hasta ese entonces esto es lo mejor.

Todo es por su bien - dijo por último YoonGi y desapareció en la oscuridad.

El ángel miró a Jimin que aún permanecía inconciente y murmuró para si - Quien diría que un ángel tan joven sería capaz de domar a una de las peores bestias del infierno...- y regresó al paraíso.

Tal como aquel Diablo prometió, Jimin no recordaba nada de lo sucedido prácticamente hasta su llegada al palacio, ni siquiera de sus viajes al mundo humano. Sus superiores decidieron que lo mejor era no mencionar el tema y todo quedó como si nada de eso hubiese existido.

El tiempo pasó y la curiosidad del ángel por la música humana despertó, haciéndolo regresar a esa tierra, esta vez espiado a escondidas por un guardián. Pero al constatar que no había rastros del Diablo lo dejaban ir en soledad por el bosque.

Una extraña sensación abrazaba el cuerpo de Jimin, como si hubiese olvidado algo que era muy importante, pero por más que lo intentaba no podía recordarlo.

Al igual que antes de que todo comenzará, cuando la música del pueblo llegaba hasta donde Jimin estaba bailaba solo en medio de los árboles, o quizás no tan solo, sino en compañía de un pequeño y hermoso pájaro de color violeta que siempre estaba rondándolo en el lugar, llegando incluso a posarse en sus manos. Ni Jimin, ni siquiera aquel guardián, podían imaginar que esa ave era YoonGi que, cumpliendo su promesa, cada noche esperó su regreso. Pero esta vez para amarlo desde la distancia, en silencio.

Verle sonreír era suficiente para él, por ahora. Porque lo amaba tal cual era, con sus hermosas alas, no quería que las perdiese por estar a su lado, no necesitaba que hiciese un sacrificio por amor, pensaba que no era justo que sufriese de esa forma.

El Diablo era un Diablo pero cuando amaba lo hacía de verdad, sin egoísmo. Aquel ángel se había llevado su corazón, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por su bien, y en ese momento sintió que aquello era lo mejor, hasta que llegase el día en pudiesen estar juntos.

A veces amar de verdad significa dejar en libertad, y la libertad en algunas ocasiones implica tener que olvidar.


Fin....

Devil's dance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora