Capítulo 4

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Los rayos de sol del día siguiente comenzaron a salir y la luz a entrar por los grandes ventanales de la habitación de cada huésped. Como cada mañana, Carlos se despertó con los primeros rayos de sol, y vio a su hermana Andrea durmiendo al lado suya, pero no decidió despertarla ya que había dormido poco a causa del terror que había pasado la noche anterior. Carlos pudo conciliar el sueño mejor que su hermana, pero algo grave le rondaba la cabeza, algo por lo que se sentía culpable. Como era muy temprano todavía nadie estaba despierto o había decido salir de su habitación, por lo que el tampoco lo hizo por miedo a lo que se podría encontrar fuera estando solo, así que espero a que alguien se despertase mientras leía uno de los libros que se encontraban en su habitación.

Al mirar los libros vio que todos estaban ordenados por orden alfabético, pero le llamo la atención que después de "Crimen y Castigo" de Dostoievski, estuviese "El verdadero Pablo: sangre, traición y muerte", nunca había oído hablar de este libro ni sabía de lo que trataba, pero al estar en un lugar que no le correspondía decidió cogerlo y echarle un vistazo. Al abrirle se dio cuenta de que un sobre cayó al suelo, le cogió y vio que ponía "Carlos". Cogió la carta y se fue a sentar a una silla que se encontraba junto a la ventana para leer la carta detenidamente. La carta decía: "Hola Carlos, en primer lugar gracias por todo, no hubiéramos podido hacer esto sin ti, y en segundo lugar te pedimos disculpas por esta traición tan grande aunque se dice que cada uno cosecha lo que siembra, y eso es justo lo que tú estás haciendo. Ahora mismo deberías de sentirte culpable por que tú y todos tus amigos vais a morir, y en parte es culpa tuya y de tu avaricia, pero sin presiones Carlos. Como hoy será el primer día, ya que te habrás levantado pronto y decidido leer porque te da miedo salir fuera, hoy tendrás que contarles a los demás porque están aquí, y ya ellos decidirán que hacer contigo. A cambio de la ayuda que nos diste, te voy a dar una ventaja, habrás visto que esta mansión se encuentra en una superficie muy grande, de la cual es imposible salir porque está rodeada de paredes muy altas, pero si puedes esconderte dentro. Ahora bien, te informo de que en el cobertizo del jardín, en cuya puerta pone un 3, se encuentra una pistola, la cual te puede dar mucha ventaja, úsala con cabeza porque tiene 2 balas y no te diré dónde están las demás. Suerte Carlos".

La carta terminó, Carlos la volvió a releer un par de veces para enterarse bien de todo lo que ponía y se replanteo si ir al cobertizo a por la pistola o no, miró el reloj y vio que eran las 9 de la mañana de aquel domingo y pensó que si se daba prisa podría regresar sin que su hermana viera su ausencia y nadie lo viera entrar ni salir. Cogió unos pantalones, una camiseta y unas deportivas, dejo su temor en la habitación y salió en busca del cobertizo número tres. De camino pensó en lo que iba a decir por la noche a sus compañeros sobre su secreto y pensó que le iban a matar y que la pistola no iba a servirle de nada y se iban a adueñar de ella los más mandones como Fernando o Carolina, así que decidió hacer un plan para asegurarse de que su hermana siguiese con vida y tuviese la pistola para una emergencia.

Llego al cobertizo número 3, era pequeño, echo de madera y con unas ventanas pequeñas que no permitían en paso de la luz, se decidió a abrirle y cuando vio lo que había dentro casi pega un grito del susto. Le costó volver a acercarse, pero lo hizo, y encendió la pequeña bombilla que había colgada del techo con el interruptor que se encontraba al lado de la puerta y así pudo ver con claridad a el mayordomo tirado en el suelo con un disparo en la cabeza y todo el suelo lleno de sangre. Para su suerte, el mayordomo tenía la pistola en la cabeza, por lo que no perdió mucho tiempo buscándola, la cogió con mucho cuidado y sin mirar al mayordomo, apagó la luz y se fue de regreso. Antes de entrar, fue a esconder la pistola a un lugar seguro donde pueda ir su hermana para obtenerla. Al volver se dio cuenta que había alguien en el patio, eran Clara y Silvia hablando de lo sucedido la noche anterior.

-Creo que lo que hizo Alicia estuvo muy mal, pero no tanto para ponerse como se puso Carolina- Decía Clara

-Pues yo pienso que Alicia se lo tiene merecido, por mucho que sea su amiga, pero ya era hora de que alguien la cantase las cuarenta.

EncerradosWhere stories live. Discover now