~1. Casualidad~

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La iba a matar.
Si le miraba de nuevo "así", Samantha juró que se la cargaría. ¿Quién coño se creía?

Samantha frunció los labios y tiró el cigarrillo al suelo para apagarlo, antes de volver al interior de "The Black Unicorn" donde su pequeña banda actuaba todos los lunes y jueves. Quizá al resto del mundo le parecía un sitio cutre, pequeño y oscuro, pero para Samantha era el mejor sitio en el que tocar con su pequeña banda compuesta por Maialen, la mejor bajista que había en esa zona muy probablemente, Eva, que tocaba la batería como una puta crack y ella misma, que era guitarrista.  La amistad que las había unido en un principio parecía resquebrajarse cuando Eva y Samantha hablaban sobretodo de decisiones relacionadas con la banda.

Samantha entro para ver a Maialen aburrida tocando la pantera rosa con su bajo y a Eva en la batería, mirando al móvil. Samantha cogió su guitarra eléctrica sin mediar palabra y miro al micrófono. Maialen suspiró, probablemente harta de tanta tensión.
-Creo que deberíamos ensayar la de Muse- sugirió. Samantha asintió, tocando los acordes para recordarlos. Eva cogió las baquetas y ante la gran expectación del pub totalmente vacío en una mañana de lunes deprimente, hizo la introducción de "Undisclosed Desires" con la mirada fría de Samantha fija en ella.

Esta se apartó el pelo rubio con delicadeza mientras el bajo de Maialen se unía a el ritmoby empezó a entonar la primera parte de la canción, notando en su nuca los ojos de Eva. Sin darse cuenta, estaba tan metida en la canción que ¡mierda! se había equivocado en el riff final. Probablemente Eva luego se lo echaría en cara sin dudarlo ni un segundo.

-Bueno, no ha estado mal ¿no?- murmuró Maialen, casi con miedo.
-Que va, ha salido de maravilla- ironizó Eva con su típica sonrisa de suficiencia. Ya estaba, Samantha iba a saltar y a decirle 4 cosas pero Maialen se volvió a adelantar, cómo si fuera un ángel de la guarda, y salvó la situación:
-Como estamos hoy muy nerviosas todas, vamos a elegir rápido las canciones y así nos vamos un poco antes-
-Yo propongo abrir con la de la otra vez que estuvo genial- añadió Eva, todavía con la sonrisa. Incluso con todas las ganas que tenía de replicarle, la rubia no tuvo mas que asentir. Y es que, era cierto que "Can I call you tonigth?" de Dayglow había sido un total acierto.
Entre cuchillos, piques invisibles y suspiros cansados terminaron de elegir el repertorio y todas salieron volando de aquel pub.

Maialen se preguntaba que había cambiado entre aquellas dos, envuelta en la neblina londinense, cuando notó una mano en el hombro.
-Te has olvidado de mí hoy... - bromeó Samantha, aunque con tristeza. Y es que a decir verdad, a Maialen tampoco le apetecía mucho compartir su compañía como todos los lunes, en los que se volvían en el mismo autobús.
-Lo siento Sam de verás, es que estaba agotada mentalmente- y aunque Samantha estaba arrepentida, el orgullo le hizo callar y rebuscar en los bolsillos de su abrigo el paquete de tabaco, intentando matar esa culpa. Maialen la miró con ternura.
-Creo que mi gato extraña mucho a Red, tienes que volver pronto a mi casita tía- Los ojos azules de Sam se iluminaron al escuchar el nombre de su pequeño corgi.
-Cuando me invites a unas cervezas voy Mai, que si no, no me renta la mala vibra de ese sitio-
-Pues fijate que el otro día, por casualidad, me contaron otra de las muchas historias de la casa encantada- bromeó Maialen.
-Fantasmas hay mínimo, y si no, fué la mansión de un asesino en serie-
-Te voy a chafar la historia si te digo que es imposible. Ya te dije que es heredada de uno de mis compañeros de piso-
-Si es heredada, no entiendo para que quiere "compañeros de piso". Ese planea algo tía, yo no me acerco ahí de nuevo ni aunque este Dicaprio dentro- puso una mueca Sam.- Por cierto ¿te vienes hoy a mi piso básico sin peligro mortal y paseamos juntas a mi precioso hijo?-
-Que va, tengo que estudiar una última cosa de psicometría, un coñazo la verdad. Y mira que quiero abrazar a tu perrete- se lamentó Maialen fingiendo un puchero. Samantha le dió una última calada al cigarrillo antes de que las dos subieran al segundo piso del bus, que sorprendiéndolas, se paró antes de tiempo. Puesto que solo quedaban un par de paradas, decidieron ir andando.
-Hostia que alegría, para culminar este día de mierda- se quejó Samantha mientras se bajaban.
-Sam, Sam no te rayes porque esto ha pasado por algo- aventuró Maialen.
-Si, con el objetivo de joderme más el día- bufó la chica rubia, yendo a encenderse otro cigarrillo.
-No, no más tabaco no- le regañó Maialen- Lo que digo es que las casualidades no existen Sam- Pues si Maialen tenía razón, el universo había conspirado contra ella.

Y si no tenía razón, pues, bueno, puede que Samantha tuviera una malísima suerte.

All I wanna hear you say {Samaju} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora