Capítulo 11

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La supuesta salida con Angela no se pudo dar, ya que, luego de un par de horas esperándola, nunca llegó.

Constantemente, fui al parque durante toda una semana, ni señas de que iba a llegar. Decidido, me dediqué a pasar mi tiempo yendo con Sidahí a cuidar niños, en ciertos momentos me preguntaba por qué los humanos eran tan complicados y obstinados. Aún así, amaba la humanidad.

Un leve sentimiento de rencor se instaló en mi pecho, hice caso omiso, ya podría Angela darme alguna explicación sobre qué le sucedió. Esperaba que no fuera algo malo.

Aunque en realidad, no debería darme ninguna explicación, pero muy en mi interior tenía curiosidad por saber por qué me había dejado en el olvido.

– ¡Eh!

Sobresaltado, parpadeé y miré mal a Sidahí, que me estaba sacudiendo los hombros para que le pusiera atención.

– Encima me miras así – rodó los ojos – llevo aquí parada hablándote toda una eternidad, y tu ni siquiera me prestas atención, ¿Qué rayos sucede contigo?

– No me estabas hablando – reí.

– ¿Que no? ¿Acaso ahora eres humano, que no escuchas cuando te hablo, cuando nuestro sentido auditivo nos permite escuchar a una muy, muy larga distancia?

– Sidahí, cálmate. Tengo cosas mejores que hacer, que solo quedarme aquí escuchando cómo hablas de Amir.

La ira se decidió que la cara de Sidahí era un buen lugar para vivir.

– No voy a hablar más contigo. ¡Imbécil! – gritó esto último.

Aún riendo, desplegué mis alas y ascendiendo alcé vuelo de vuelta a casa.

En parte, Sidahí tenía razón. Últimamente mi cabeza se encontraba pensando solo en Angela y de hecho, hasta me había olvidado de una reunión que tenía con Samuel, mi superior. El recordatorio para esa reunión no fue muy agradable, ya que Amir se encargó de gritarme a la cara todo lo que le parecía que yo hacía mal, sus comentarios eran más de sí mismo que de Samuel.

Decidí olvidarme de Angela, tenía que sacarla de mi mente, era un capricho muy humano el que invernaba en mi interior. En lo único que le presté atención a Amir, fue cuando dijo que mi Superior quería hablar personalmente conmigo, y personalmente quería decir, ir arriba.

Tenía que ser algo muy serio para que quisiera que yo fuera a casa, pues cuando el quería hablar conmigo o con cualquier otro ángel, él mismo bajaba y nos hablaba. Y cuando él ordenaba que alguien subiera, es porque era algo muy importante y serio. Eso me puso nervioso, pensé en el beso con Angela en aquel callejón y mi estómago dio un salto. O tal vez quería verme por lo de sucedió en ese mismo callejón pero en referencia a la fábrica y mi debilidad.

Qué inútil me sentí ese día, aún no teníamos idea de quién era la chica que me durmió, pero me sentía inútil al saber que muy en mi interior, pensaba que era una humana y me había inhabilitado, completamente. No sentía eso que los hombres tenían: machismo. No, era una clase de sentimiento que me hacía sentir intranquilo, pues me había criado con dones y pureza durante trescientos años, y por primera vez alguien me había "derrotado" aunque lo habían hecho cuando prácticamente estaba distraído.

– Aquí me tienes – le hice una pequeña reverencia a Samuel.

– Vaya, si que has tardado.

Una risita burlona se escuchó a espaldas de mi superior. Inmediatamente, Samuel levantó una mano haciendo callar al rubio que se reía.

– Me han llegado noticias – movió sus manos – de que te está pasando algo con una humana.

Su mandíbula se tensó.

– Esto...

– No he terminado – me cortó – por tu bien y el de todos nosotros, será apropiado que te alejes de esa... chica.

Entorné mis ojos, viéndolo escuetamente.

– ¿Y a qué se debe eso de "por nuestro bien"?

– No tengo por que darte explicaciones.

– Claro que tienes que.

– ¿Quién te crees que eres para venir y hablarme así?

– He de irme.

Otra risita.

– Tú no te vas hasta que te lo ordenen.

– Lo que me faltaba – le lancé una mirada gélida a Amir, que era quien se ocultaba tras Samuel.

– No comiencen – gruñó mi superior.

– Yo no he dicho nada.

Samuel y yo lo miramos seriamente, Amir alzó las manos en señal de paz.

– Así que, has sido tú el que ha corrido a contarle lo que hago, ¿no?

– Cállate, Ared. Al menos Amir es fiel a nuestras deidades y tú – con fuerza, puso su dedo índice en mi pecho – nos has decepcionado al relacionarte tan íntimamente con esos insignificantes seres.

Sentí que mi sangre se calentaba.

– No hables así de ellos, solo porque seas un superior no te da el derecho de ofenderlos.

– Por favor – rio – esas cosas no son ni nunca serán dignos de nuestro cuidado y amabilidad.

– Sabes que son los favoritos de Nuestro Señor – casi grité.

– Y por eso que los odio – me empujó fuertemente hasta hacerme dar de lleno en una pared.

Me incorporé y traté de que mi respiración se regularizara, quería matarlo por hablar así de los humanos, y quería matar también a Amir, que seguía riendo como poseso.

Pensé que de verdad el rubio había cambiado, pero solo era el mismo ángel estúpido de siempre.

– No vuelvas a poner tus asquerosas manos en mí – le gruñí a Samuel – y tú no vuelvas a acercarte a Sidahí.

– ¡Oh, que tierno! – se burló – míralo Sam, defendiendo a una fácil criatura.

Mi rostro se tensó al momento que me alcé en el aire y le daba un puñetazo en la nariz a Amir.

Esto provocó que el rubio y yo nos pusiéramos a pelear, puños volaban por doquier y de la furia que bullía en mi interior, apenas sentía los golpes que Amir me alcanzaba a acertar.

Una risa ronca, y palabras guturales sin sentido se escuchaban a dos metros de distancia.

– Déjamelo – ordenó Samuel a Amir.

Éste se levantó del suelo, donde no sabía yo en qué momento habíamos ido a parar ahí.

Cuando intenté levantarme, Samuel me levantó de la camisa y nos envolvió con sus alas, comencé a sentir que un dulce y placentero sueño se apoderaba de mí.

Lo último que miré, fue la cara de diversión y locura que tenía mi superior.

Holaaaa!! Espero que te haya gustado el capítulo.
Espero estés bien por lo de covid-19, protégete. ❤️

We're all in this together.

El Pecado De Ared (Sinner #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora