02. gris

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Las soleadas tierras del sur ya no parecían tan soleadas. A pesar del sol que había, a este lo acompañaba una leve llovizna. A pesar de la lluvia, el sol daba un ambiente melancólico. Y a Taehyung le gustaba así, le gustaba el sol en su piel, el sopor del verano eterno, las miles de plantas en variedades de verde, los patitos y los juncos del lago del jardín, el olor de su cama y las lluvias de verano que alivian. Todo eso iba a extrañar.

Claro que no era como si la capital del reino estuviera muy lejos, pero sabía que allá haría más frío. Y él odiaba el frío, y odiaba tener que irse. Ya había llorado toda la noche que pasó en vela, y ya no le quedaban más lágrimas que llorar. Era su destino y ya no había vuelta atrás.

Quizás, en otra vida, podría ser feliz con Yoongi. Pero en esta no.

Abrazó a sus padres no sin antes despedirse de todos los criados que la familia tenía excepto Yoongi, a quien dejaría para el final. TaeHyung miró a su madre a los ojos, unos cansados. Y luego a su padre, quien inexplicablemente parecía orgulloso. Aunque se había pasado la vida entera peleando con ellos, los quería tanto. Pero no se atrevió a decir palabra; sobraron en el momento en el que los tres se abrazaron.

— Eres mi orgullo... Eres nuestro orgullo más grande, Tae —susurró su padre besando su cabeza. Podía ser estricto con él, pero eso no quitaba que lo adorara—. Te amamos, hijo

— Y siempre te vamos a esperar aquí, siempre —asintió su madre besando su mejilla y lo volvió a mirar a los ojos, destellando de orgullo— Mira cómo ha crecido nuestro hijo, tesoro. Qué rápido pasa el tiempo, TaeYeon

— Ay, cariño... Para o empezarás a llorar de nuevo... Anda hijo, no te olvides de quién eres ni de dónde vienes y haznos orgullosos, ¿entendido?

El omega asintió y se alejó de sus padres para ver a Yoongi cargando las maletas en la carroza. El beta agitó las manos en su pantalón y miró a TaeHyung.

— Mira mira quién nos abandona —dijo gracioso, haciendo a TaeHyung esbozar esa preciosa sonrisa cuadrada—. Es broma, ven aquí

TaeHyung se acercó al ver que el otro estiraba los brazos. Una vez lo abrazó, el omega lo levantó un poco de la emoción, a lo que el otro chilló.

— B-bájame, me estás avergonzado en frente de todo el mundo —y así hizo el menor con una sonrisa más grande y el mayor suspiró—. Si ese idiota se atreve a ponerte un pelo encima sin tu permiso, te juro que voy corriendo y le arranco los huevos con la boca, ¿entendido? —TaeHyung rió—. Eres lo más preciado que ese patán va a tener en su vida y eso lo sabes.

El omega asintió y lo miró de nuevo. Quería abrazarlo otra vez. Yoongi suspiró y volvió a abrir los brazos para dejar que lo cargaran. Esta vez sí lo abrazó de vuelta.

— Te quiero, hyung. Te juro que vendré a visitarte apenas pueda.

Yoongi asintió sabiendo que era algo que quizás nunca se iba a cumplir. Lo más probable era que TaeHyung se quedara a vivir allá y que nunca jamás iba a volver. Incluso pensar que no vería esa carita bonita jamás lo ponía tan triste. Pero no podía parar a pensar en eso.

— Ya anda o te dejarán, y sé que lo harás —le aseguró ayudándolo a subir al carro tirado por caballos— Ya estás listo, espero sólo escuchar noticias buenas de ti de ahora en adelante —amenazó el beta con una sonrisa y besó la frente del joven omega— No nos olvides TaeHyung, y recuerda que siempre estaremos contigo.

— ¿Siempre?

— Siempre, bonito. Te quiero...

Y con esas palabras, se alejó del carro y lo vio alejarse mientras su precioso agitaba las manos saludando. Lo perdió de vista cuando se le cristalizaron los ojos de la pura rabia, de impotencia y sobretodo de tristeza.

Precious [KookV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora