Penn y Sashi se amaban como nada mas en este mundo. Se querían y respetaban uno al otro y se protegian mutuamente.
Se habian prometido unión eterna y que nunca nadie ni nada los iba a separar.
Pero cuando una nueva amenaza se revela, una dispuesta...
Una nave negra sobrevolaba un cielo azul pasando encima de bosques y colinas, al llegar a una ciudad con edificios color azul zafiro, uno de los secuaces del villano misterioso se preparaba para saltar en paracaídas.
—Ok chicos, aquí bajamos, hagamos esto bien.
—De acuerdo Bert —dijo Grar mientras el y sus compañeros se colocaban mochilas paracaídas.
Bert, Grar y Dyg estaban en caída libre hacia las afueras de la ciudad, al estar a una distancia considerable abrieron sus paracaídas para caer suavemente a tierra. Una vez en tierra, los pequeños secuaces sacaron un pequeño dispositivo de sus mochila paracaídas, que tras apretar un par de botones, combinaron las mochilas transformandolas en un pequeño vehículo todo terreno al que se subieron y conducieron a toda velocidad a la ciudad.
Cerca de una escuela de la ciudad, una chica rubia con cabello alborotado, ojos azules, una camisa con franjas azul y azul celeste, un chalequín azul oscuro y una falda y botas negras se hallaba mensajeando con sus amigas sobre un viaje a un campamento de verano que haría su escuela mientras caminaba hacia ella.
—¿Es ella? —preguntó Dyg mientras observaba escondido tras unos arbustos.
—Creo que si, revisa la foto que nos dio el jefe —sugirió Bert.
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—Se parecen mucho —dijo Dyg —. ¿Será su doble?
—¡No idiota! ¡Es ella, Andrea Spicelot! La aprendiz de viajera, Grar, tu y yo la atrapamos, Dyg, tu encargate de su celular.
—De acuerdo —respondieron al unísono sus compañeros.
Cuando Andrea camino enfrente de los arbustos donde estaban las criaturas, fue rápidamente derribada, amordazada y arrastrada tras los arbustos y Dyg tomaba su celular y escribía a las amigas de la chica que se había sentido mal y que no podría ir al campamento, de modo que regresaría a casa, una vez terminada la tarea, los secuaces subieron a la chica al vehículo todo terreno mientras ella se sacudía e intentaba gritar, arrancando el vehículo con rumbo a Middleburg.
