Christopher la besó con fuerza en los labios mientras ella se subía a su abdomen.
Impresionada por la rapidez y audacia con la que actuaba, ella sólo pudo preguntar besándolo.
-¿Dónde has aprendido? -rió ella.
-Viendo lo que vimos... Hmmm, ¿Cómo se llamaba? ¿Porno?
Dulce abrió mucho los ojos mirando a Christopher. Él, volvió a besarla pero dulce no dejaba de tener los ojos muy abiertos mirándolo.
-Eres un caso aparte Christopher -rió ella mientras se bajaba e iba directo a por una toalla.
-¿A dónde vas? -frunció el ceño-. Me dijiste que cuando no estuviera mi papá, haríamos todo lo que yo quisiera.
Ella hizo los ojos en blanco.
-Controla tus hormonas. Ya casi tienes veintiún años y probablemente tengas necesidades, lo entiendo perfectamente, pero... No quiero que tu primera vez... Que nuestra primera vez, sea un calentón.
Christopher hizo un puchero mientras se vestía.
-Creo que me voy -dijo ella.
-No -protestó como un niño pequeño-. Hemos estado mucho tiempo separados, quiero estar contigo.
-Y yo contigo... Pero tengo que estudiar -suspiró-. Lo siento, bebé. Pero mañana volveré, te lo prometo.
Sonrió y corrió desde el baño desnudo para abrazarla. La escena era única, pero ella amaba que él le diese eso... Escenas únicas.
-Qué bonita eres, Dulce -sonrió Christopher.
-¿Te vas a portar bien cuando yo no esté?
-Sí -asintió enérgicamente.
-Mas te vale, o si no... No hay regalo.
-¿Un regalo? ¿Como el que yo te hice?
-No, mil veces no... El mío será muchísimo mejor.
-¿No te gustó? -bajó la mirada y los ojos se le cristalizaron.
-No, Christopher. Te digo la verdad para que no vuelvas a tocar las cosas de tu madre.
Christopher asintió aceptando lo que dulce le había dicho. La acompañó hasta la puerta y después de besarla bastantes veces, se marchó.
Suspiró entrando en su casa. Sonaría como una locura, pero él quería irse a vivir con Dulce, solos, y juntos para siempre.
Un escalofrío lo recorrió por la espalda al seguir pensando en ella. Se acostó en su cama con la luce apagadas y sin querer queriendo, se durmió.
Dulce no fue a estudiar, sino que salió con sus amigos... Quería darles la gran noticia de que por fin, después de tantos años, tenía novio... Y muy guapo.
En el grupo estaban Miguel, Christian y Anahi... Junto con los insoportables de Alfonso y Natalia, ¡agh! Esos dos deberían salir para darse por culo entre ellos y que dejen en paz a los demás.
Se reunieron en el campo de fútbol americano del instituto. Al parecer, Dulce era la última en llegar -como siempre-, así que Christian al verla, corrió hacia ella.
-¡Mi pitufa de ojitos verdes! -la abrazó y la elevó, llevándola así donde estaban los demás-. ¿Qué tal estás?
-Genial -sonrió abrazando a Maite y a Anahi.
-¿Ni hay abrazo para mi? -sonrió de lado Alfonso.
-¡Ni lo pidas! -bufó Natalia-. Te puede pasar la lepra o la tuberculosis.