CAPITULO 2: Es dulce... Conocerte.
Sé acomodo sobre el sofá de una forma libre y despreocupada, dejando sus brazos descansar y estirando sus piernas, mostrando su oscuro y apretado jean, el cual encajaba a la perfección con su estilo.- Como sabes, he nacido en Las Vegas, soy un fanático de los motores y la velocidad. Mi padre me llevaba a las carreras que se hacían cerca de donde vivía, justo la pista quedaba a menos de veinte minutos en la zona conurvada de la ciudad. Nosotros viviamos en un viejo apartamento, eso sí con un grandisimo parque enfrente.- Sus ojos buscaron los míos, recordaba aquellos momentos con una gran sonrisa, haciéndolo ver como alguien realmente encantador y seductor. Realmente me hipnotizaba su belleza y su relabaja pero no por nada encantadora voz.- Luego nos mudamos al centro de la cuidad, algo realmente mal. Las Vegas es un sitio intranquilo, uno no puede relajarse como quisiera, olvidar y pasar una linda tarde.- Suspiró, dejando su cuerpo relajarse sobre el sofá, estirándose frente a mí con la mayor confianza.- Las Vegas se ha caracterizado por la locura, los desórdenes y las obseciones, además de la adicción de cada noche y el poder que uno llega a ejercer sobre otro cuando estas pasado de copas.- Una pausa se origino, buscando las palabras con las cuales seguir narrando sus pensamientos y sus experiencias.- Dallas... en cambio es maravilloso, de verdad es un lugar tranquilo.- Sonrió, dirigiéndome una fuerte mirada azul, la cual brillaba bajo las luces de la sala de estar.
-Jamás he estado en Las Vegas, yo creo que es lugar maravilloso. Lo veo como una ciudad divertida y buena para pasar ratos inolvidables con amigos. Pero... creo que allí nace el desequilibrio mental y espiritual de ciertos individuos. De allí sale la obseción y la adicción, creo que no es bueno pasar más de una hora en los casinos, no lo veo para nada sano.- Levanté mis hombros, dándole a entender mi punto de vista de forma despreocupada, creyendo que el pensaría exactamente lo mismo que yo.
Una risa grave se escabulló de sus labios, resonando en el lugar. Acomodó su cuerpo una vez más y volcó su rostro para verme con descaro.- Uno no nace con la obseción, uno crea la obseción. Yo soy fiel creyente de aquel tipo de adicciones se generan cuando, de verdad, crees necesitar algo o alguien a tu lado.- Cruzo sus brazos cómodamente en su pecho, dedicándome una seductora sonrisa relajada.- ¿Tú crees hermosa?
Ahora mismo estaba dispuesta a abrazarlo. Jamás había encontrado a alguien tan relajado y directo como él. Sus pensamientos eran maduros, sin quitarle lo extraño y enigmático. Su mirada destilaba experiencias vividas, momentos inolvidables que jamás sería capaz de contar.- Alonso, muchos casos han sido estudiados, y uno no siempre crea la obseción. Es decir, uno no controla la enfermedad, la enfermedad te controla. Tú eres su fiel sumiso, y no sabes cuando saldrá a la luz, mucho menos cuando te atacará y se saciará de una vez por todas.- Hablé con suma seriedad. ël estaba buscasdo estos temas, y si quería hablarlos, bien, pero lo haríamos con la importancia y seriedad que merecían. Era extraño que un hombre tan desprocupado como él se vea tan interesado por temas desequilibrados como éste.- ¿Por qué te sientes tan atrído por estos temas, Alonso?.- Pregunté luego, enfretándolo en un ataque de valentía y curiosodad, clavado mis ojos en los suyos y esperando una buena respuesta.
Leventó sus hombros, noté sus ojos oscurecer, para luego tranquilizar su rostro con una leve sonrisa.- Porque he dejado un amigo en Las vegas, él cual padecía de ciertos desórdenes mentales.- Habló, su mandíbula se apretó, sus manos comenzaron a jugar entre ellas mientras hacía sonar de forma realmente escalofriante sus dedos.
Abrí mis ojos de par en par, tratando de no tocar el tema aún más profundo, intenté hablar.- Oh como lo siento Alonso, son más de las doce, y creo que debería acostarme , mañana tengo que ir a la universidad, y por culpa de un idiota me tomarán examen oral.- Gruñí, recordando al idiota de Alan y sus bromas pesadas, chistes malos y risas extrañas. En fin era mi compañero y yo había recibido el castigo junto a él.
Su ceño se frunció, sus labios se apretaron.- Hermosa, tranquilizate, es temprano. Creo que sueles divertirte seguido, ¿Verdad?- Sonrió, acomondándose en el sofá y acercándose a mí, haciendo rozar nuestras piernas. Sus ojos clavaron sus pupilas en los míos. Me sentí controlada, como si él de verdad intentara decifrar cada uno de mis movimientos y muecas.- Vamos, diviértete, relájate, déjate llevar. Sabes que es bueno divertirse de vez en cuando.- Su mano palmeó mi rodilla, luego la quito con lentitud.
-Lo sé.- Hablé con un extraño estrecimiento en mi interior.- Pero creo que mis calificaciones son importantes. Amo lo que estudio, y amo lo hago. Ya te he dicho que me ha fascionado desde pequeña.- Sonreí, no podía disimular los temblores, no podría retener la adrenalina que generó su tacto en mi pierna.
-Está bien. Ahora... cuéntame de ti. Quiero conocerte bien profundo.- Sonrió descarado. Yo no estaba loca, aquello venía con más de una sola intención. Hice una mueca, él río ante ella.- Vamos, cuéntame, quiero conocerte.
-Mi vida es aburrida, a decir verdad, yo soy aburrida, Alonso. He vivido en Dallas desde que nací, y he buscado apartamento sólo para alejarme de mis padres y sus problemas. Trabajo en una cafatería, es un trabajo de medio iempo. Estudio realmente duro, y amo los resultados que consigo gracias a ellos.- Suspiré, sabiendo que yo era un tipo de chica muy aburrida, y a decur verdad, amaba ser así, y jamás de veía como un fenómeno o algo por el estilo.
-Oh, suerte que he llegado, ____. Te enseñaré a divertirte. Lo prometo.- Y un brillo pasó por sus ojos, sus labios se curvaron formando la más sedusctora y fascinante sonrisa. Un par de hoyuelos se hicieron presententes, dándole un toque dulce.- Podríamos salir mañana, podría llevarte a algunos lugares que he conocido en estos últimos días.- Sugirió con libertad luego, tomó una bocanada de aire fijando su vista sobre mis reacciones.
-Está bien, podríamos salir, quiero decir, a divertirnos o intenterlo al menos.- Levanté mis hombres con pura inocencia, sintiendo su mirada y su cercanía amenazándome cada vez más agudamente.- Sería bueno, creo que debo de olvidar un poco mis obligaciones. Además, mañana es viernes y tengo el día libre, ya que mi jefe se irá de viaje.- Sonreí, ansiosa por su propuesta. Él era alguien que en verdad lograba llamarme y atraerme, so sabía el porqué, ni tampoco que sería un problema cada vez mayor.
-¿Sabes, ____? Eres inocente y amo la inocencia.- Se acercó, su cuerpo amenazaba el mío, una sonrisa descarada curva sys rosados y perfectos labios.- Si quieres mantener contacto conmigo, te aseguro que yo no soy buena compañía.
-¿P-Por qué lo dices?- Balbuceé, mis dedos amanazaron que iban a temblar, mis piernas igual. Su amenazante postura estremecía a la mía.
-Porque yo amo corromper personas, hermosa.
Mis ojos se abrieron de par en par. No sabía exactamente de lo que hablaba, pero sí que había logrado intimidarme con tan solo una oración y una mirada azul. Me sentía realmente atrapada ante él, sabiendo que era un hombre realmente peculiar y extraño, maravillosamente exótico y perfecto. Decidido, con una personalidad misteriosa, que saca a relusir lo más exquisito de su propia persona.- ¿Corromper personas?- Pregunté en un ataque de curiosidad. Una grave y disimulada risa escapó de sus tentadores labios, generando otro eco extraordinario en la sala.
-Pronto lograrás entenderlo. lo prometo, ___.
Se paró de un salto, mirándome desde arriba con otra extraña sonrisa. Examinó mi cuerpo por unos segundos, moviendo sus ojos de aquí para allá, viando mi pequeña figura cómodamente relajada en el sofá.- Debo irme. Mañana pasaré por ti, ¿Quieres?- Preguntó, comenzando a hacer lentos pasos hacia la salida, donde se volveó y esperó alguna respuesta de mi parte.
Me acerque a él, con una sonrisa dulce entre mis labios.- Claro, cuando quieras Alonso.- Hablé, sintiendo mi interios temblar. Abrí la puerta dándole paso a que se marchara. Su cuerpo rozó con el mío, antes de irse se volteó, con aquella típica y sarcástica sonrisa. Lo examine por unos pocos segundos.- Nos vemos.
-Adiós, hermosa. Mañana... comenzaremos a divertirnos juntos.- Y sus labios rozaron mi mejilla en un descarado beso de despedida.