PRÓLOGO

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»Prólogo: Amor que no será«

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»Prólogo: Amor que no será«

VINCENT WEASLEY se preguntaba a menudo si de verdad eso era vida

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VINCENT WEASLEY se preguntaba a menudo si de verdad eso era vida.

Ya saben, levantarse al alba para desayunar y correr hacia el primer entrenamiento del día, pasar ahí hasta las dos de la tarde y después regresar a los cuartos de entrenamiento para encerrarse ahí hasta la hora de la cena, ducharse, ponerse la pijama y tirarse a dormir para volver a repetir esa rutina al día siguiente; todo con tal de poder ser suficientemente hábiles para proteger a un humano. Tenía horas libres, claro está; los grandes no querían que sus futuros guardianes se murieran de tristeza por no recibir el tiempo de calidad humano básico que necesitaban para, al menos, ser felices por uno segundos. Honestamente él siempre decidió no hacer uso de esas horas en los centros recreativos que habían en el fuerte. ¿Con quién las compartiría si no tenía amigos? Prefería encerrarse en su habitación a leer, únicamente él y su fiel soledad.

Soledad. Conocía la palabra y el sentimiento de sobra, pues había vivido con ella desde que era apenas un niño. De un día para otro sus padres fueron a dejarlo a aquel lugar impoluto y frío, sin dar muchas explicaciones más que "era lo que tenía que hacer porque nació para eso", y nunca volvieron a poner un pie ahí dentro, ni siquiera para asegurarse de que su hijo estaba bien, a salvo. No sabía lo que era amar, había conocido muy poco de esa palabra mientras vivía con sus progenitores (que no dudaba se amaran con locura, pues nacieron destinados pat el otro), pero estaba seguro de que era un sentimiento maravilloso. Probablemente ese pensamiento era lo único que lo mantenía cuerdo, deseando conocer a la criatura que fuera su compañera de vida eterna y que llenara por fin ese vacío que constantemente se hacía notar en su pecho. Eso, y la esperanza de algún día salir de aquel lugar. Conocer el mundo real.

Sabía, hasta ese momento en donde tenía solamente veinte años, que en todo el tiempo que había vivido dentro del fuerte, en realidad no había tenido algo que pudiera llamar vida. Eso no era vida.

Y estaba a punto de repetir su monótona rutina. Ya había tomado el desayuno, el cual consistió en unos huevos revueltos, que le parecieron más tristes que de costumbre, y un desabrido jugo de naranja. Era de esos días en donde, si bien sonreía como siempre, no se sentía sobrado. La idea de deberle la vida a alguien parecía atractiva para muchos de sus compañeros brujos y brujas, pero para él, hasta ese momento, no era más que un destino que tendría que cumplir porque había nacido para eso. Solía soñarse siendo feliz con aquella humana, amándola como siempre le han dicho que haría, pero a veces esas ilusiones no eran suficientes para lograr mantenerlo en pie. A veces el sentimiento de ahogamiento podía ser más fuerte.

COLD » CAITLIN SNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora