N U E 🌵 V E

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Llevaba algunas horas encerrado, no quería toparse con el alfa, estaba molesto y confundido.

–¡Agh!– gruño el omega parándose para caminar en círculos, jalarse de los cabellos y gruñir incoherencias.

No sabia que hacer. No entendía nada. Y deseaba que su madre omega estuviera en esos momentos con él.

Se quedo quieto en medio de toda su habitación y suspiro, se volteó en dirección del gran espejo que había a la par de su armario, con duda se acercó, lento, teniendo miedo, pero ¿a qué exactamente?
Oh si, a eso. Esa marca fresca y brillante que adornaba la unión de su cuello y hombro, ese símbolo tan intimó y sagrado para los de su familia, esa señal de que ya estaba con alguien, que su corazón ya le pertenecía a otra persona, que estaba listo para formar un hogar estable y solidó junto con su compañero de vida... esa marca que lo acompañaría hasta la muerte, enlazando su destino con el de su "amado".

–Esto tiene que ser una broma. Una jodida pesadilla– hizo una mueca sin dejar de ver lo que el consideraba lo más horrible para la vida de un omega con el alma libre.

Un omega como él.

Tenía que haber una forma para deshacer todo esto, por todos los cielos ¡Hoseok no se en sentía ni listo ni complacido con la idea! ¡no, claro que no!
Él tenía tanto en mente, quería hacer muchas cosas y en su extensa lista jamás escribió o pensó el tener o querer emparejarse con un alfa. Dios. Se sentía acabado, deprimido y encerrado. Claramente, su lobo no estaba de acuerdo con su pensar, el peludo se sentía feliz, complacido y orgulloso de portar una marca, extasiado de mezclar su olor de manzanilla con miel, con el de caramelo y chocolate amargo que desprendía su alfa. Su lindo alfa.

–Ugh... de verdad que cuando te lo propones, eres odioso, perro pulgoso– gruño haciendo un puchero Hobi.

“—No es mi culpa que seas tan amargado ¡por la luna, solo disfrutalo, humano terco!—”

Ambos bufaron y no hablaron más, Seok volvió a suspirar y su estomago gruño. Tenía hambre y gracias a su olfato supo que alguien ya estaba preparando la cena. Salió de su cuarto y se encamino a la cocina, deleitándose a cada paso que daba con el aroma de la comida. Parecía que su mamá había estado mejorando.

Sin embargo, cuando llegó hasta la fuente de lo que provocaba que su estómago no dejara de clamar por esa rica comida de aroma extraordinario, se sorprendió de ver al castaño ahí, solo y cocinando; moviéndose con agilidad y parsimonia por todo el lugar. Dejando a Hoseok y a su lobo embobados, muy fascinado con tal escena.

El alfa se tensó un poquito al sentir al omega en el mismo lugar que él, se volteó y los nervios atacaron su cuerpo.
Su lobo se quiso acercar al contrario, pero Tae ni loco lo hacía, pues aun le gustaría vivir un tiempo más.

Ese era el plan.

Hoseok salió de su idiotizado estado y se cruzó de brazos, alzando una ceja.

–No sabia que alguien tan inútil como tu pudiera cocinar– dijo serio, queriendo ocultar lo que había hecho y sentido reciente, pues no quería que el menor se diera cuenta, sería muy vergonzoso.

Su actitud solo causaba que el alfa se sintiera más triste y miserable, pero Hoseok no se percataba de ello.

El menor solo le sonrió con levedad bajando un poco la cabeza, pensando en  que ya era normal que lo tratara así, tomó entre sus manos un cuenco con sopa y otro con arroz y un plato con carne y verduras, los colocó en la isla de la cocina para que el omega comiera. El mayor observó lo preparado y se le hizo agua la boca, se sentó en una silla alta y sin más que esperar atacó con hambre la comida.

–Rayos...– con ese gruñido de satisfacción Tae se dio por satisfecho al saber que el mayor gusto de su comida– ¿dónde aprendiste a cocinar?– interrogó entrecerrando los ojos.

El alfa se sirvió comida y tapó lo demás para la mamá de Hoseok, pues ella estaba resolviendo algunos asuntos por teléfono en su oficina.

–En el orfanato– dijo sentándose algo alejado del mayor–... hay veces en que las encargadas no pueden atender a todos lo niños, entonces yo ayudo a cocinar, ahí aprendí desde los catorce años– sonrió de lado al recordar a las amables monjitas enseñándole.

Comenzó a comer y suspiró, extrañaba todo el ruido que había cuando ya era la hora de la cena.

–Oh... pues... aprendiste bien... gracias por la comida– murmuró lo último el peli-negro, topándose con la brillante y soprendida mirada de su menor.

Hoseok se sonrojo de golpe y rápidamente volteó la mirada para seguir comiendo con el ceño fruncido, Tae por el contrario sonrió leve y también siguió comiendo.

Ambos en silenció y disfrutando de la compañía contraria -uno siendo inconsciente de ello-.





🌵C o n t i n u a r a.

That's what destiny wanted •Vhope•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora