Prólogo

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Caída de Doriath 502 P.E.

Miedo, odio, dolor y desesperanza

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Miedo, odio, dolor y desesperanza. Todo ello sentían los elfos que habían logrado sobrevivir a la caída de Doriath. Aquella noche era muy fría y oscura, los elfos fueron hacia las cercanías del río Sirion y compartieron lo poco que tenían para poder seguir con vida. Sabían que no era seguro quedarse en un mismo lugar, así que optaron en partir al día siguiente. Una vez que todos hayan descansado lo suficiente.

Cuando despertaron, se prepararon y cuidaron de los malheridos por el enfrentamiento de la noche anterior. En esa misma mañana, los elfos tomaron diferentes rumbos por circunstancias desconocidas. Un grupo en particular caminó lo más lejos que podían de Doriath, evitaron orcos, a los hijos de Fëanor y cualquier criatura que deseaba atacarlos.

El camino fue largo y muy difícil, pues no siempre lograban pasar caminos sin que los orcos o los sirvientes de Morgoth los notasen. Unos se rindieron y se quedaron a medio camino, otros en medio de los enfrentamientos perdieron la vida y los últimos siguieron avanzando hasta el final. El grupo era pequeño, ya casi estaban por rendirse cuando encontraron un bosque, los elfos se internaron en él y buscaron un lugar donde poder descansar.

Luego se dieron con la sorpresa de que habían otros elfos en el bosque. Una familia conformada por Hôiral, Sônaira quien se encontraba embarazada y Kyara, su pequeña hija. Hôiral y Sônaira les ofrecieron alimentos y un lugar donde pudieran descansar. Los elfos agradecidos pudieron dormir después de tanto tiempo.

 Los elfos agradecidos pudieron dormir después de tanto tiempo

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Tengo prohibido amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora