Videojuegos

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Era mi obsesión. Amo los videojuegos pero estaban haciéndome mal. La universidad me estaba torturando eran los primeros días, apenas me estaba adaptando. Cada noche, luego de hacer mis deberes, jugaba con Rick, mi mejor amigo; ambos nos conectabamos por la computadora y jugábamos hasta altas horas de la noche. Mi madre me advertía que dejara ese vicio, o tan siquiera que moderará mis horas de juego, necesitaba descansar, no podía con todo. Ella decía: Hijo, recuerda que "camaron que se duerme se lo lleva la corriente". Nunca hacía caso a ese consejo, bueno, ni siquiera le entendía. ¿A qué se refería con eso? Hasta que un día finalmente lo entendí.

Cierta noche me quedé hasta las tres de la madrugada jugando con Brooke, mi hermano menor. Le pedí que no hiciera ruido para no despertar a nuestros padres. Rozando las cuatro treinta, Brooke se quedó dormido recostado al pie de mi cama, estaba agotado. Sin embargo yo continué hasta ver el alba entrar por mi ventana.

Sonó la alarma, era hora de levantarme. Entre al baño, tome una ducha rápida y corrí hacia la universidad. Subí al autobús y me senté en el primer asiento que vi, no tarde más de cinco minutos cuando quede profundamente dormido.

Al momento de despertar me di cuenta que mi parada había quedado muy atrás, demasiado, que me vi obligado a bajar y tomar otro autobús de regreso. Perdí mi primera evaluación y aprendí una realidad; esta vez yo fui el camarón que se durmió y la corriente se lo llevó.

Mi Diario En CuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora