Capítulo 6

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Axel

Al llegar al pais lo primero que hice fue llamar a mis padres. Llegamos a nuestra cuidad le pedí a Carol que me dejara la casa muy bien decorada y con todo lo necesario en la cocina, quiero que mi esposa se sienta bien en su nuevo hogar, ahora todo lo mío le pertenece, deseo hacerla feliz y que se sienta amada a mi lado.

—Estoy muy feliz de haber llegado a nuestro país, mis padres se pondrán feliz cuando les lleve el obsequio que le compramos, igual mi hermanito Daniel.

—Así es mi amor, igual lo digo por mis hermanas se pondrán feliz, te parece si primero vamos a visitar a nuestras familias, luego a nuestra casa. –Mi esposa me observa muy alegre.

—Si amor, sería genial.

Le informo a mi chófer que nos lleve a la casa de mis suegros.

—Manuel, llévanos a casa de mis suegros luego iremos a la de mis padres. –Manuel asintió sin dejar de ver la carretera.

—Amor tú crees que a mi madre le gustará su regalo.

—Es posible mi amor – le respondo acariciando su cabello, su mirada de amor hacia mí me hace sentir el hombre más enamorado del planeta.

Al llegar a la casa de mis suegros saludamos a todos, empezamos a repartir los regalos mi suegra me miraba de una manera como que molesta, pero al final y al cabo sólo pudo abrazarme y pedirme que cuidara muy bien de su hija. Como no lo haría si ella es una gran joya para mí, es como las perla que brilla a mi alrededor, así como las luciérnagas resplandecientes, es la luz en medio de tanta oscuridad. Amo a Alessandra ella es lo único que deseó tener en mis brazos acurrucarla y sentir la mía, de igual manera deseo que ella sienta que yo soy suyo.

Todo transcurrió de manera tranquila, luego decidimos ir a visitar a mis padres, ellos emocionados me abrazaron dándome motivaciones, entregamos nuestros obsequios a todos, incluyendo a Rosa y a Nina mis nanas, todos se encontraban muy feliz y ni decir de mis preciosas hermanas que son lo que más amo en la vida, mi hermana pequeña Cristal con su mirada triste pero a la vez su sonrisa angelical, los amo a todos, mi familia es mi motivo, mi motor a seguir y ser alguien mejor en la vida, por ellos decidí cambiar y ser este Axel de ahora.

Cuando llegamos a casa sólo saludamos a nuestros empleados y sin tantos preámbulos entre a mi habitación con mi esposa en brazos, ella empezó a sonreír de una manera coqueta, nunca la había visto coqueteando, quizás hay un motivo, eso no importa porque la amo con su forma de ser y siendo coqueta también. Empecé a quitarle la molesta ropa, suavemente bese cada parte de su piel suave y delicioso, me noqueaba todo de ella, su aroma a flores, su mirada angelical me decía muchas cosas, ella toda una muñeca preciosa para mí, la termine de desnudar acaricie cada parte de su delicado cuerpo.

—No sabes cuánto te amo mi luciérnaga eres mi luz eres aquella mujer que esperaba con tanto deseó.– Alessandra sonrío tímidamente su mano fueron hasta mi mejilla y me acariciaron, luego depositó un suave beso en la comisura de mis labios la besé desesperado, empecé un recorrido de besos por todo su rostro, su cuello hasta llegar a sus pechos, su mano sujetaron muy fuertemente mi cintura, empezó a susurrar palabras bonitas para mí, mientras recorría mi lengua alrededor de la aureola en su pecho, ya se encontraba excitada por mis caricias y ni decir de mí, los dos gemimos excitados.

—Te amo tanto Axel eres el amor de mi vida, sabes cuánto deseo estar a tu lado, para toda la vida mi gran hombre.

—Así será mi amor para toda la vida – la tomé y recosté en la cama sin dejar de besarle el cuerpo, empezó a temblar por la excitación, sentirla tan pegada a mí me vuelve loco, me desnude rápidamente me posicione entre sus piernas y la penetre lentamente, sus ojos chispeaban de placer me miraba de una manera sobrenatural en serio que era mi amor la mujer de mi vida la que espere con tanta pasión con tanto anheló Alessandra la luz que ilumina mis días más oscuros, te amaré siempre mi amor espero no fallarte y espero que tú no me falles internamente me dije a sí mismo.

Nuestra noche de pasión fue con mucha lujuria y deseó, ambos acostados empezamos a platicar y recordar aquel momento en que nos conocimos debajo de la hermosa luna y las estrellas recordar es como vivir ese momento. Sin darnos cuenta caímos rendidos.

En la mañana siguiente me encuentro desayunando al lado de mi amada esposa ambos decidimos pasar a nuestra rutina diaria al parecer ella entrara a su primer año de la universidad y lo mío sería llegar al literato a seguir editando las historias de algunos escritores que me han pedido ayudar a corregir y a promocionar sus libros.

—Te dejaré en la universidad amor, en cuanto termines tus clases me avisas para ir a recogerte – Le digo a mi esposa, ella asiente abrochándose el cinturón.

—Está bien mi amor, creo que saldré antes del almuerzo, te llamaré. –mi esposa suspira tomando mi mano. – Espero todo me salga bien en este nuevo comienzo en la universidad.

—Ya verás que así será – Pareto su mano animándola.

Después de media hora llegamos a la universidad del valle, dejo a mi esposa en la entrada de la universidad, pero antes le doy un largo beso sin querer soltarme de ella.

—Te Amo mi grandote.

—Yo te amo más hermosa.

Terminando de decirnos cuántos nos amamos decido marcharme sin querer dejar a mi mujer aquí, lo único que deseo es estar con ella en nuestra casa juntos abrazados o escuchándola cantar alguna hermosa alabanza de las que a ella le encanta... Sonriendo como un tonto, llegó al Multímetro, aparco el coche en el parking, aseguró mi auto y bajo con una sonrisa que inmediatamente borro. Debo ponerme serio para que mis empleados no vean mi cara de alegría, ellos sólo me conocen como el señor hielo y así debo ser, la confianza con mis empleados no va conmigo desde aquella vez.

Al entrar a la tienda, saludo cómo suelo hacerlo, llego a la oficina llamo a Judith mi secretaria para empezar a corregir los libros pendientes.

—Buenos días señor, aquí le dejo los libros pendientes.

—Está bien, puedes retirarte. – Judith asiente, pero se detiene y me mira nerviosa. –¿Qué haces sin irte? — pregunto serio.

—Bueno señor Axel cuando usted estaba de viaje lo vino a buscar esa mujer, creo que se llama Lorena–Elevó las cejas y cierro los puños. Qué desea esa maldita ahora.

—No me pases ninguna llamada y ya sabes si esa mujer viene de nuevo, sáquenla de aquí, ella no es bienvenida.

Judith sale de mi despacho, recuesto mi cabeza en el respaldar del asiento. Me jode esta mujer ahora que desea, nunca pensé que volvería a regresar, pensé que ya estaba muerta, espero no verla nunca.

Amor enfermizo. (Libro 2 De E.M) Libro RetiradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora