HEATHEREl amanecer drástico con tonalidades grises, se convierte en el protagonista de mi atención.
Correr me da paz, frecuento hacerlo solo en días grisáceos que muestren señales de una pronta tormenta, solo de esa manera, mi cuerpo adquiere más energías y disuelve todo el estrés acumulado.
Sigo corriendo alrededor del vecindario, manteniendo mis latidos neutros hasta completar las dos horas. Termino, realizo unos leves calentamientos y me regreso caminando por la acera, viendo como los rayos de sol dispersan las nubes grises, contemplando un hermoso amanecer.
Entro en la casa, quitándome los AirPods de mis oídos, apagándolos. Hago lo mismo con el brazalete de mi brazo y me dirijo hacia la cocina, revisando la hora en mi celular.
6:20 a.m.
Dejo todo sobre la encimera, lavo mis manos para preparar mi desayuno, sacando lo necesario del refrigerador y de los armarios superiores, pero primero enciendo la televisión, buscando una canción por Spotify.
Bang Bang
WEST
Dentro de mi habitación la música no era irritante, ni siquiera se escuchaba, pero a medida que bajaba las escaleras, el sonido retumbaba fuertemente en mis oídos.
¿Por qué mierdas tiene que hacer tanto ruido?
Lo hace para joderme, lo ha estado haciendo desde que una de las mujeres con las que frecuento tener sexo apareció en nuestra casa.
Entrando en la cocina, paso por su lado, agarrando el control, deteniendo ese jodido escándalo, logrando que mis odios descansen.
—¡¿Qué demonios te pasa?! — exclama, y me importa una mierda.
Como un ventarrón, se acerca y me arrebata el control, pero le agarro la muñeca, impidiendo que reanude la canción y ella me aniquila con la mirada, exigiéndome que la suelte.
—Si quieres escuchar música, tendrás que hacerlo de manera prudente.
No dice ni una palabra, forcejea, y le permito zafarse de mi agarre, pero no pasan ni dos segundos, cuando reanuda la canción y en lugar de bajarle, le sube todo el volumen.
Maldita sea.
HEATHER
Ignorando su presencia y su furiosa mirada, termino por agregar las fresas cortadas en mi tazón de avena, comiéndome algunas en el proceso.
Estaba consiguiendo relajarme, cantando y movimiéndome hasta que la canción se detiene abruptamente.
¿La razón?
El odioso desconectó el televisor.
—No me hagas perder la paciencia, Lee. — me señaló con el dedo.
Suspiro, intentando mantener la calma para no terminar gritándole, y por suerte, el sonido de mi celular notificando una llamada, me distrae de querer hacerlo.
Lo agarro del extremo de la encimera, contestando una videollamada de Diana.
—Soy toda oídos. — dije.
—¿Tienes planes para esta noche? Si los tienes, será mejor que los canceles. — arrugué las cejas, confundida.
—No los tengo, ¿por qué?
—¡Carlos! — lo mencionó, entusiasmada. —Quiere que asistas a la inauguración de su cadena hotelera, preferiblemente como su acompañante.
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Las Miradas Nunca Mienten
RomansaHeather Lee Williams, West Daniel's. Trece años amándose en silencio. Ninguno ha abierto la boca para confesarlo, discuten con frecuencia, tienen ideas muy diferentes y nunca piensan igual. Ella es genuina. Él es sobreprotector, posesivo, celoso...