제9장

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—Paso. Atrás. ¡Tira! —gritó el entrenador—. Mantén las manos centradas.

Yoongi y el entrenador hacían ejercicios de lanzamientos largos cada dos o tres días para estirar y fortalecer el brazo con el que lanzaba.

—Muy marcado el movimiento. Hazlo de nuevo.

Yoongi se concentró en realizar movimientos suaves y mantener un punto de liberación constante.

—Bien. Ahora retrocede tres metros. Hagamos otros cinco lanzamientos.

Mientras Yoongi retrocedía, una figura caminando al lado de la valla metálica atrajo su atención. ¿Hoseok? ¿Qué hacía Hoseok ahí?

—¡Vamos! —vociferó el entrenador.

—Sí, entrenador. —Yoongi miró sus pies y los alineó con sus hombros. Paso. Atrás. ¡Tira! A estas alturas sus movimientos eran automáticos.

Dirigió una rápida mirada en dirección a Hoseok. ¿Estaba ahí para ver a Yoongi? ¿Hoseok sería capaz de reconocerlo entre la docena de personas que había en el campo? Yoongi lo habría saludado, pero al entrenador no le gustaría que perdiera la concentración. Era mejor continuar, con la esperanza de que Hoseok no se marchara. Debió haber venido para hablar con Yoongi sobre los mensajes. ¿Estaba molesto por las bromas sexuales? Le parecieron divertidas en su momento, pero ahora… Mierda. No lo rechazaría frente a todos los chicos, ¿verdad? A Yoongi se le hizo un nudo en el estómago.

—¡Min! ¡Mantén tu centro de equilibrio!

Yoongi trabajó el lanzamiento largo por otros diez minutos antes de que el entrenador le dejara hacer un descanso. Yoongi trotó hacia la valla por donde Hoseok estaba sentado en las gradas. Hoseok, que parecía estar hablando por teléfono, saltó para encontrarse con él.

—Hola —dijo Yoongi, ligeramente sin aliento.

Hoseok se protegió los ojos del sol con la mano y le sonrió.

—Hola. Espero que no te moleste que haya venido.

—No, no, no. Claro que no. Tengo un minuto.

—¿Hola? ¡Hola! —La voz de la chica salía del teléfono que Hoseok tenía en la mano.

Yoongi rió.

—Hola.

Hoseok le dio la espalda a Yoongi, levantó el teléfono y murmuró ¿Estás feliz ahora? antes de darse la vuelta hacia Yoongi.

Yoongi alzó su gorra de béisbol y se limpió la frente con la manga.

—¿Amiga tuya?

—Sí. Ella quería saludarte. Lo siento.

—Está bien.

—Yo… Uh… Pasé por aquí para dejarte esto. —Hoseok le dio un pequeño trozo de papel doblado. Yoongi lo abrió para encontrarse con un ilegible mensaje: QHOHEJ H FHQ ITRVR KG RI GB MTHPSJ. TQH TQ QASJPSQ ER OHRJIMRQSJ.

¿Hoseok le había escrito en código? Dios. No tenía idea de cómo descifrar esas cosas.

—Eh…

Hoseok río.

—¿Sabes? Normalmente, cuando quieres que alguien descifre un mensaje, le das la clave.

—Entonces tú no…

—Me las he arreglado. Este es para ti. Es un simple cifrado de clave. La palabra clave es home run.

Home run —repitió—. Está bien. —Sonaba prometedor.

—Asegúrate de leerlo antes del sábado.

A un Golpe de la VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora