26. El insufrible, sufriendo.

12.6K 1K 150
                                    

Otro bello día de oscuridad en el inframundo. Las cosas parecían ir como abejas a la miel: simplemente perfecto, hasta que el llamado de Hera se instaló martilloso en mi mente.

—¿Qué sucede? —preguntó Jade al identificar mi radical cambio de semblante.

—Nada.

Caminaba hacia las puertas del Inframundo, molesto y más molesto. Se notaba en mi caminar, en la mirada y en la tensión de mis músculos. Eran el conjunto perfecto de enfado.

—¡Hades! ¡No me mientas!

Me detuve, giré hacia ella y miré por sobre su cabeza. Esa bella y perfecta cabeza.

—Algo pasó en el Olimpo y debo marcharme.

—¿Me dejarás sola en este agujero, literalmente, infernal?

—En algún momento iba a pasar, considéralo un ensayo para cuando la guerra requiera de mis servicios, porque te aseguro que eso durará demasiado más.

Me miró con gran molestia, haciendo que mi vista se fijara sobre ella.

—Llévame contigo.

—No.

—Te ordeno que me lleves contigo.

Una media sonrisa apareció sobre mí.

—Jade, Jade, Jade... —Canturrié—. Aplaudo tu determinación, pero créeme cuando te digo que, por más loco que mi corazón esté por ti, no sigo órdenes de nadie.

—Te aseguro que eso no dices cuando...

—Ep, sht —interrumpí, obteniendo el silencio que deseaba—. Son cosas diferentes.

—Órdenes son órdenes.

—Tienes un punto, pero, amorcito corazón, este día no será.

Salí del Inframundo sin más que el Olimpo como mi cruel destino. Azoté las grandes puertas de oro que adornaban el lugar y me topé con la junta divina en el salón de los tronos, donde se encontraban mis hermanos y algunos Dioses más.

—¿Qué le pasó a la Diosa más zorra del Olimpo?

Oh, jamás una pregunta me había salido tan celestial.

—¡Hermano! —Los brazos de Hera me envolvieron.

—Perséfone apareció esta mañana con Deméter, está algo trastornada, ella...

—Bueno Eros, eso no es algo nuevo —interrumpí burlesco.

—Cállate y escucha, Hades —gruñó mi pobre y últimamente amargado hermanito.

De cierta manera, era triste ver y sentir cómo su alegrosidad había desaparecido.

Puse mis ojos en blanco y me dediqué a escuchar, algo que realmente me hizo más divertir que molestar. Al parecer, Perséfone había sido víctima de Ares y su ejército, con un claro mensaje para nosotros.

—Una destrucción masiva que abrirá paso a Crono para que reine como nuestro Dios.

—Bien, me quedé disfrutando la parte en la que ella temblaba de terror —Reí.

—Eres más que increíble, Hades —reclamó Hestia.

—Puedes regresarte al maldito Inframundo, así no serás útil—terminó Deméter.

—Tranquilas, hermanitas. Sólo estoy jugando.

—Como sea, lo importante es que sabemos qué es lo que sigue.

Suspiré, llamando su atención.

—En realidad, no. ¿Qué acaso soy el único con cerebro aquí? Esto es lo que nos han manejado desde que todo esto dio inicio. Destrucción, caos y Crono.

El Olimpo: HADESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora