05 | Aclaración de un incidente

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«El cuerpo de baile quedó consternado. Esa cabeza de fuego no respondía para nada a la descripción que del fantasma había dado Joseph Buquet».

GASTÓN LEROUX,  
El fantasma de la ópera

  

—¡Cabeza de fuego! —gritaba Papin a los cuatro vientos.

Monsieur Debienne lo miraba consternado, mientras que una sonrisa socarrona se dejó ver en el rostro de Poligny. ¿Enserio el increíblemente valiente teniente de bomberos Jean Papin temía al fuego? ¡Era él quien se jactaba de no hacerlo! De cualquier forma, eso no le quitaba lo divertido que era verlo como un niño pequeño asustado de la oscuridad.

—¡Le digo que lo que vi fue tan real como mi mano derecha! —exclamó el teniente un poco más relajado mostrando dicha extremidad.

—¡Bien! —Poligny alzó la voz y con ello ambas manos al aire—, fue una cabeza de fuego, le creemos. Debería irse a descansar y después...

—¡No pienso volver aquí! —interrumpió Papin.

Ambos directores se mostraron sorprendidos ante la reacción del teniente de bomberos. ¿Se encontraba realmente asustado como para tomar tal decisión de manera precipitada? Tal vez lo hacía, tal vez no.

Debienne y Poligny se miraron entre sí, luego al teniente y volvieron a mirarse. Con la mano, Monsieur Poligny declaró que él hablaría, su amigo y colega asintió alejándose un poco de ellos, llegando casi a la puerta del despacho.

—Monsieur Papin, ¿podría tan siquiera pensar un poco lo que dice? —Papin abrió los ojos asombrado, antes de que pudiera interrumpir, el director prosiguió—: No es que no le creamos, pero pensamos que la decisión que ha tomado es demasiado... ¿cómo decirlo?, impulsiva.

—¡Pero Monsieur Poligny!

—No, permítame continuar. Esta cosa que ha dicho usted que vio en los sótanos pudo ser producto de su imaginación, quizá vio al cazador de ratas que siempre anda por ahí —Se detuvo un instante quedándose pensativo al ver el rostro pálido del teniente—, cazando ratas.

Debienne escuchó eso golpeándose la frente con la mano.

—¡Sé muy bien la función del cazador de ratas! —habló Papin—. Pero esto que vi no era él, era...

—Una cabeza de fuego —repitieron ambos directores con tono cantarín.

—¿Ahora se burlan de mí? ¡Par de necios! ¡Listo! ¡Me voy! ¡Esto lo sabrá el comisario Mifroid!

—Jean —intervino Debienne.

—¡Nada de Jean! ¡Esto lo sabrá la prensa! ¡Hablaré con Leroux de esto!

—No haga eso, porque —habló Poligny con evidente nerviosismo en su voz—, habrá consecuencias.

—¿Cómo qué?

—Lo tacharán de loco —dijo Debienne.

—¡Nada de loco! ¡Ustedes temen por su prestigio! Pero ya llegó la hora de que todo el mundo se entere de sus intenciones con la dirección de la ópera y todo lo que conlleva.

—¿Pero de qué está hablando? —Poligny no pudo evitar reírse—. ¡Qué clase de sinsentidos son estos!

—¡Ya lo verán! ¡Se hundirán! ¡Lo harán! —Papin gritaba mientras salía del despacho. Dejó escapar una risa que se escuchó incluso a la distancia.

Los directores no dejaban de mirar hacia la puerta que acababa de cerrarse, se miraron entre sí escuchando la risa de Jean Papin y luego vieron la puerta una vez más; esto lo hicieron nuevamente sin percatarse que atrás de ellos, una pared se deslizaba hacia la derecha permitiéndole el paso al invitado estrella —como Debienne le decía a sus espaldas— que lucía una máscara negra que le cubría el rostro a excepción del mentón y los labios.

—Caballeros, ¿podrían explicarme qué fue ese numerito durante el ensayo? —habló el enmascarado.

Ambos directores se sobresaltaron, no lo esperaban.

—¡Ah! ¡Monsieur Erik! —exclamó Poligny extendiéndole la mano al enmascarado, quien la aceptó dedicándole una fina sonrisa—. Justo nos han llegado problemas con respecto al teniente de bomberos Jean Papin.

—Algo así alcancé a escuchar. ¿Qué era lo de la cabeza de fuego?

Debienne abrió la boca, luego la cerró de improviso. Empuñó las manos y dio un respiro profundo antes de hablar.

—El teniente realizaba su ronda habitual en los sótanos, hasta que se le ocurrió ir por otro lado encontrándose así con una supuesta cabeza de fuego que lo persiguió por los pasillos.

El enmascarado carraspeó.

—¡Todo tiene una explicación caballeros! —habló Erik sentándose en su silla favorita.

—¿Y cuál sería esa? —preguntó Debienne. Poligny le miró con curiosidad—. Bueno, si se puede saber.

—Claro que sí, Monsieur Poligny —dijo Erik levantándose de la silla, luego dio un aplauso rápido y alzó ambos brazos al aire—. ¡Mi buen amigo Seymour, el cazador de ratas!

Los directores se miraron entre sí. Sus rostros denotaban consternación.

—No entiendo, Monsieur Erik, ¿entonces por qué Papin insiste en una cabeza de fuego? —habló Debienne una vez más.

Poligny permanecía en silencio y Erik dispuesto a responder todas sus preguntas de ser necesario.

—Imaginen esto caballeros —habló el enmascarado—, tengo una linterna sorda, la coloco frente a mí justo cerca del pecho, el color anaranjado que de ella emana ilumina mi cara lo que provoca el efecto que mencionó Papin —Los gerentes escuchaban mientras asentían con la cabeza—, pongan un poco de oscuridad y súmenle un teniente de bomberos cobarde y supersticioso y tendrán como resultado... —Se detuvo alargando su frase.

—¡Una cabeza de fuego! —dijeron ambos directores.

Erik ladeó una sonrisa al ver como aquellos hombres se miraban entre sí, luego la borró para que no se dieran cuenta y prosiguió.

—Ahora que todo está arreglado, hablen con Jean Papin y eviten un escándalo en mi teatro de la ópera.

—¡Por supuesto, Monsieur Erik! —exclamó Poligny sonriente—. No se preocupe, nosotros nos encargaremos de eso.

—¿Lo haremos? —susurró Debienne.

—Sí, lo haremos —recalcó Poligny dándole un codazo a su colega.

Erik asintió y salió por la misma pared por la que entró. Los directores observaban fascinados el pasadizo del cual el enmascarado conocía y disfrutaba con fervor cuando lo usaba.

—¿Y ahora qué haremos Poligny?

—Esperar al periodista y al comisario Mifroid. Debemos decirles lo que Monsieur nos ha aclarado hace poco.

—¿Piensa que lo creerán?

—Aquí no hay fantasmas, Debienne, sólo invitados.

—¡Ajá! "Invitados".

El ángel de la óperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora