2. Doble Objetivo

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La luz de las pantallas de computadora iluminaba el rostro del guardia, cuyos ojos escudriñaban cada píxel en busca de cualquier indicio de intrusión. Sentado en su silla, con los dedos ágiles danzando sobre el teclado, era el vigilante silencioso de la noche, el protector de los secretos que yacían en las profundidades de aquel edificio imponente.

—¿Perímetro? ¿Situación? — preguntó en un tono firme, asegurándose de que su comunicación estuviera intacta.

—Todo despejado, señor— respondieron voces distantes al otro lado de la línea.

En esa misma habitación, otro hombre se movía con inquietud, sus pasos resonaban en el silencio de la habitación. Era el instigador, el objetivo de la amenaza invisible que se cernía sobre ellos.

—Da igual, no resultará, es imparable— murmuró, su voz cargada de resignación.

—A ella no hay quien la detenga— el guardia confundido por las palabras del hombre no pudo evitar preguntar.

—¿Ella?— el hombre suspiró, lamentando su propia indiscreción.

—Temía que no aceptaran el trabajo si se los decía. No debí contratarlos— se recriminó mientras se servía un vaso de whisky.

El guardia, intrigado, continuó con su interrogatorio. —¿Quién cree que viene por usted, señor?

—Los llaman la organización de asesinos. Cuando cometes algún acto no deseado u ordenado por ellos, tendrás una muerte segura— explicó el hombre antes de volver a hundirse en su asiento.

—¿Qué hizo para que anden detrás de usted?— inquirió el guardia, fijando su mirada en el rostro sombrío del hombre.

—Traición— respondió el hombre con una sonrisa arrogante.

—Ustedes no son los primeros que contrato para esto. Antes hubo otros guardias. Y ella mató a los 25 hombres en menos de 30 minutos. Con suerte pude escapar, pero esta vez no será igual. Cada vez ha estado más cerca de matarme y esta vez estoy seguro de que no podré escapar.

A lo lejos se escucharon disparos y un completo silencio. El guardia miró cada uno de los monitores, su corazón latiendo con fuerza mientras trataba de descifrar qué estaba sucediendo.

—¿Y ahora? ¿Qué tal su perímetro? — preguntó el hombre con un toque de ansiedad en su voz.

—¿Cuál es su situación? — se ajustó el audífono, preparándose para recibir información.

—Grupo Alfa, ¿cuál es su situación? — solicitó, pero solo obtuvo silencio a cambio.

Los monitores se fueron apagando uno por uno, sumiendo la habitación en la oscuridad y el desconcierto.

—Cuanto más experimentado sea el asesino, más puede acercarse a ti sin que te des cuenta— musitó el hombre con su voz cargada de fatalismo.

—Mierda. Alfa, Bravo ¿me copian? — intentó nuevamente el guardia, pero solo el eco de su propia voz le respondió.

Los disparos resonaron más cerca, y el guardia, con el corazón en un puño, se puso de pie y empuñó su arma.

—Alfa, Bravo, situación, ¡carajo, contesten! — exigió, pero solo el silencio le devolvió la respuesta.

—Ya es tarde para tu jefe, pero tú tienes una posibilidad...— escuchó una voz en su auricular y luego lo quitó y lo estrelló contra el suelo.

Fue entonces cuando la manija de la puerta comenzó a crujir bajo la presión de un intruso. El guardia, guiado por el instinto y la desesperación, disparó contra la puerta, creando una lluvia de agujeros en su superficie. Pero cuando se aventuró fuera de la habitación, no encontró ningún cuerpo caído.

𝑨𝒔𝒆𝒔𝒊𝒏𝒂 | 𝐴𝑑𝑎𝑝𝑡𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora