𝑨𝒔𝒆𝒔𝒊𝒏𝒂 | 𝐴𝑑𝑎𝑝𝑡𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝

9. Pasado y presente

El ambiente estaba tenso y cargado de emociones cuando Kara se acercó a Sara en busca de respuestas sobre Lena. Sara, quien conocía a Lena desde hace años, compartió detalles sobre el pasado de la joven y su conexión con el campamento de los Guerreros Manuales.

—¿Qué le pasó?

—Lena amaba a su abuela mucho más que a su propia madre, ella fue quién la crío gran parte de su infancia, mientras que sus padres sólo velaban por Lex en ese entonces— hablaban mientras caminaban por el campamento.

—Ella fue la gran maestra de los Guerreros Manuales. Lena formó parte de los guerreros a muy temprana edad siempre tuve celos de ella porque empezó su preparación primero que yo— rio por su actitud pasada.

—El único problema que tenía Lena era que en cada combate se dejaba llevar por la ira, había llegado el día en que le demostraría a Lena de que no era la única buena guerrera en el campamento, ese día casi muero en sus manos. Su abuela la expulsó, le dijo que si no encontraba una forma de controlar su ira que no volvería al campamento. Ella quería hacerle entender que no todo era furia e ira, pero se cegó por completo.

—Luego de su expulsión, cambió totalmente. Como su hermano lo entrenaba la organización se unió a ellos. A la maestra le dolió ver que su nieta fue influenciada por sus propios padres que la llevaron por el mal camino. La organización ha estado en guerra con los guerreros por años. Querían lograr ser superiores, controlarnos incluso. Hasta que un día llegaron al campamento, ese día nuestra gran maestra murió. Nos hicieron creer que se había suicidado. David Harewood, su líder, estoy segura de que él fue quién la asesinó. Luego de eso, debíamos ser guiados por alguien más. Según ellos, otro líder, otro maestro, otro ejemplar como el señor Harewood. No nos quedaba otra opción más que quedarnos bajo el manto de Harewood, por supuesto esas eran sus palabras. Dijeron que si no nos rendíamos en ese momento y no seguíamos a su líder acabarían con la vida de cada uno de nosotros.

—Nosotros no accedimos y hubo una batalla, pocos sobrevivimos. Los pocos que pudimos escapar volvimos a empezar de cero, como todo ciclo de vida. Unos años más tarde me nombraron maestra, por ser la segunda mejor y con más conocimiento, después de Lena. He intentado hablar con ella para que vuelva a donde una vez fue su hogar, pero es de mente cerrada.

—¿Crees que cambiaría de opinión ahora que está aquí? — preguntó Kara.

—Definitivamente no.

—Lo peor de todo es que no sabe que trabaja para la persona que asesinó a Eliza.

—¿Su abuela se llamaba Eliza?

—Sí, Eliza Luthor. Cuando su hijo Lionel nació fue la primera vez que dejó de sentirse orgullosa de portar ese apellido. Su hijo causó un gran prejuicio no sólo al apellido Luthor sino a toda una familia de generaciones, su propia familia. Lionel había resultado ser esa mala semilla de la familia, la oveja negra.

—Mi madre igual tenía ese nombre— Kara le pegó la nostalgia.

—Lamento tu pérdida.

[...]

Lena había despertado, y enseguida comenzó a inspeccionar el lugar. Se fijó en que estaba en el campamento, el campamento de su abuela. Le causó melancolía, la había perdido y cada día se echaba la culpa de ello. Por eso no quería volver, todo le recordaba a ella, pero no era momento para lágrimas. Se puso de pie y se cambió de ropa para luego buscar a las chicas.

El campamento estaba bien protegido. Rodeado por pequeñas chozas y áreas de entrenamiento, marcadas con banderas blancas, compuestas por plataformas de madera. Todo el suelo de gravilla con grandes árboles y guardias que prohibían la entrada de algún intruso que no fuera parte de los guerreros.