Fourth of July (Sett)

I

El mal se extendió como una fiebre advenediza, la sombra y corrupción invadía los bosques de Jonia.
El hombre Vastaya corrió desesperado entre los árboles, siendo guiado por la tenue luz de luna que alumbraba entre las hojas. Llegó agotado a su antiguo hogar, ahora hecho escombros y lo que alguna vez fue fuego permanecía aún brevemente ardiente, desprendiendo cenizas las cuáles volaban por el lugar hasta llegar al suelo y apagarse. A lo lejos, a través de entre el denso humo y el polvo que parecía tener estrellas anaranjadas, había un pequeño claro donde la luz de la luna se colaba con intensidad. Su brillo se posaba sobre el inerte cadaver de la mujer, delineaba su cuerpo tirado en el suelo con el rostro oculto bajo su blanquecino cabello que deslumbraba con encanto a pesar de estar sucio en polvo y cenizas. Su ropa desgarrada entre espinas de rosa, flores las cuales decoraban su mejilla y dejaban bajar las punzantes cuchillas por todo su cuerpo hasta la punta de los pies donde las hojas del tallo se empezaban a secar cayendo delicadamente sobre el césped.
Sett sintió cómo su corazón se resquebrajaba lentamente, el nudo que se formó en su garganta lo asfixiaba, las cristalinas lagrimas brotaban de sus ojos aunque no lo quisiera, entremezclándose con su sangre al deslizarse por su rostro pasando por las recién hechas heridas.
Las orejas del Vastaya se agacharon, su cuerpo se soltó ante el amargo sentimiento. El vivaz brillo de su mirada fue reemplazado por aquellos ojos empapados en lágrimas, su rostro estaba sucio y con heridas, su cabello despeinado y en cuanto a él... estaba roto. ¿Que pensaría su madre al verle así?
Sonrió irónico ante la idea, aún no procesaba la información y en cuanto se resignó a aceptarlo, finalmente se quebró.
Rompió en llanto dejándose caer de rodillas a un lado de su difunta madre. Se aferró a ella en un abrazo, las espinas lastimaban su cuerpo más no le importaba, anhelaba sentir aquella calidez que solo ella podía darle, más no sintió otra cosa que el frío cuerpo.
Sus labios temblaban en un sollozo, ocultando su rostro en el hombro de la contraria, aferrándose como a nadie nunca. No quería dejarla ir, no de esta forma, se supone que nunca le abandonaría. ¿Por que? ¿Por que ahora? ¿Por que de esta forma? ¿Por que no el?

☔️...