Noche del 14 de Diciembre de 1999.
Fuertes lluvias azotaban en un resguardado pueblo costero, en una noche fría y solitaria. La tormenta era tan espantosa que no dejaba ver ni a una sola persona en las calles, débilmente iluminadas por los faroles. El viento era tan ensordecedor y potente que hacía que una enorme palmera, pareciese una pequeña y débil astilla. Cerca de la costa se encontraba una pequeña casa de fachada desnuda, dónde aún se podían ver, con claridad, algunos ladrillos mal pintados de color blanco grisáceo. Desde unas ventanas decoradas con un sucio plato de comida para gatos, aún desprendía la luz interior. En ella vive el señor Germán, un hombre de piel morena, con rostro severo y de prominente barriga.
– Malos días por venir, poca mercancía y justo ahora que viene navidad – se quejaba él mientras terminaba su cena y veía las noticias – con estas condenadas lluvias... es muy difícil – dijo en tono molesto a su esposa Juliana, quien lo atendía devotamente y escuchaba sus lamentaciones.
– Bueno, ya pasarán las lluvias Germán, deja ya de gimotear, voy a preparar un cafecito – comentó ella.
Juliana era de pequeña de estatura, su cabello oscuro y maltratado estaba sujeto a un fuerte moño, llevaba ropas del hogar y sus arrugas disimulaban su preocupación. Se dirigió a la cocina con sus lentos pasos haciendo sonar sus zapatillas. Al llegar a ella dio un pequeño estirón para alcanzar el viejo radio que estaba sobre la nevera; que a pesar de tener una antena rota "funciona perfecto", era la frase típica de German cada vez que su esposa le recodaba que había que repararlo. Él era muy desconfiado y no le gustaba enviar electrodomésticos a reparar porque según él "esos no arreglan nada, todo lo empeoran" repetía el pescador a su mujer en repetidas ocasiones, refiriéndose a los técnicos de electrónica. Logró girar la pequeña perilla para subir el volumen con algo de ansiedad.
"Las fuertes lluvias siguen azotando en todo el país, se les pide a los habitantes de áreas costeras resguardarse en sus casas, las clases serán suspendidas hasta nuevo aviso, ahora vamos con..."
– ¿Estás viendo Juliana? ¡Ya hasta suspendieron las clases de los chavales! Yo si te decía que esto no es normal – suspira el señor Germán sacando un cigarrillo del bolsillo – ¿Será que es cierto lo que dicen, que el fin del mundo es en el año dos mil? – mientras enciende su cigarro y acerca el cenicero.
– Pero bueno señor, el fin del mundo será cuando dejes de fumar, pareces una chimenea – le replica ella, acercándose con dos pequeñas tazas en la mano – aquí tienes gordo, tu café, y ya deja las preocupaciones, mañana será otro día.
Al terminar su bebida, desconectaron la radio, apagaron las luces y se dirigieron a su habitación, la cual se separaba de la cocina por una llamativa cortina, estampada con grandes flores multicolores. Una vez que desconectó todos los equipos electrónicos, ya que temía que los frecuentes apagones repentinos dañaran algún equipo, el señor Germán, con gran esfuerzo, cerró las ventanas pese a la fuerza que oponía el viento; su experiencia como viejo pescador le advertía que esa noche no sería tan tranquila como de verdad deseaba.
Ambos susurraron algunas palabras a la estatuilla de la Virgen del Carmen, patrona de los pescadores, que descansaba en la mesita del rincón a la vez que Juliana encendía una pequeña vela rojiza con la llama de un cerillo. Luego se acomodaron muy juntos bajo las sábanas para disfrutar de un merecido descanso.
...
Un rayo iluminó por completo la habitación y el ruido que se oyó a continuación, hizo que la casa entera trepidara, ante la inclemente naturaleza. Alrededor de las tres de la mañana, el teléfono sonó despertando al señor Germán, quien había dormido, lo que para él eran solo dos minutos; se levantó con parsimonia y atendió el teléfono, aún medio dormido.
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El Hijo de Marduk - El Mapa de Vomón ©
FantasyArféniel se ha quedado huérfano gracias a un aparente desastre natural en las costas de un pueblo costero. Vive en el orfanato dirigido por la insoportable Señora Orca. Arféniel se siente solo y bastante deprimido, hasta que un buen día recibe la in...