(46) 마흔 여섯

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-SeungMin, cariñoooo.

ChangBin estiró los bracitos; habían llegado a casa muy tarde y ahora que se encontraban cruzando la puerta de entrada del hogar del mayor, éste se sentía sin ninguna fuerza para seguir caminando.

Lo mejor que se le había ocurrido era aprovechar la fuerza de SeungMin, su bajo peso y estatura no le harían problema.

Aunque nunca se habían comportado así de cariñosos.

Pero al menor no pareció importarle, porque lo tomó en sus brazos luego de dejar su mochila tirada por el suelo.

ChangBin se abrazó a los hombros de SeungMin y enredó sus piernas en la cadera del otro, se sentía raro pero extrañamente cómodo estar de ese modo.

Se sentía como un niño pequeño, se sentía amado.

SeungMin podía percibir la leve respiración de ChangBin en su cuello, y sonrió, porque el mayor era más liviano de lo que imaginaba.

Y así caminaron hasta la habitación, donde un cansado ChangBin cayó en la cama para darle paso a un juego de besos en las luces apagadas.

No supieron si fue la emoción del momento, o quizá el cansancio que hizo que sus sueños se mezclaran con la realidad, pero ambos sintieron lo mismo.

El corazón de ChangBin estaba hecho para el de SeungMin y viceversa.

Eran casi como compañeros de alma.

El pelinegro aún no podía creer que parte del corazoncito de SeungMin le pertenecía, era mágico.

-SeungMin, te amo más que a cualquier cosa en esta vida y en la siguiente.

-Ay, ChangBin-Hyung. Me dueles, pero también te amo.

Entre risitas, lo que menos hicieron fue dormir aquella noche.

Pasitos de pingüino |  •Seungbin•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora