II

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- Está todo listo señorita, ya nos podemos ir - anunció el anciano tomando su lugar dentro de la camioneta

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- Está todo listo señorita, ya nos podemos ir - anunció el anciano tomando su lugar dentro de la camioneta.

- Bien - respondió sin ganas Rosé.

Se escuchó el ruido de la camioneta al arrancar y un suspiro por parte de la joven aventurera.

- ¿Encontró lo que buscaba? - preguntó el conductor mirando al frente.

Su mirada seguía viendo el paisaje así que sin mirarle respondió.

- Encontré algunas cosas pero no todas... - suspiró - me hubiese gustado encontrar ¡LA BANDERA! - exclamó.

- ¿La qué? - preguntó confundido el anciano.

- ¡Alto! - El conductor frenó - ¡Ahí está! - dijo abriendo la puerta para después salir por lo que el anciano tuvo que hacer lo mismo y seguirla.

- ¿Ahí está qué?

- Ahí hay una bandera ¿cierto? - señaló a una montaña la cual no estaba muy lejos de donde se encontraban parados ahora.

Dieron unos pasos para ver mejor - Creo que sí, señorita - respondió.

Rosé frotó sus ojos y volvió a mirar la montaña y efectivamente, la bandera estaba ahí, ondeaba gracias al viento.

- ¿A dónde va? - preguntó el anciano, pues Rosé caminaba en dirección a la bandera.

- Puede regresar al pueblo, no me iré - sonrió y siguió su camino.

- ¡Señorita! - Esta se detuvo y miró al conductor.

- No sé a donde quiera ir pero necesitará esto - arrojó la mochila de Rosé y esta misma la atrapó.

- Gracias - y volvió a caminar.

Ya era mediodía y el sol estaba más que brillante.

- Ya falta poco - se dijo a sí misma.

Dos o tres horas ya habían pasado y ahora se encontraba a unos metros de la bandera la cual estaba enterrada en una piedra.

- ¿La bandera en la piedra? - sonrió acercándose - ¿la tengo que ondear? - se preguntó empuñando el asta.

- Bien, aquí vamos - sacó sin ningún problema la bandera e hizo lo que se había preguntado hace unos momentos.

Un fuerte viento sopló, tan fuerte que casi la hace caer pero sólo eso pasó, no sucedió otra cosa.

- ¿Y eso es todo? - preguntó a la nada.

Se sentó en una piedra y puso la bandera sobre sus piernas observando cada detalle, sus colores eran muy vivos, el símbolo que tenía en el centro de color amarillo al parecer había una letra en el, la corbata por obvias razones era del mismo color que la bandera, la siguió observando durante un buen tiempo hasta que recordó algo.

- ¡El libro! - exclamó, dejando a un lado de donde estaba sentada, la bandera, se quitó la mochila y buscó el libro, agradecida con el anciano por haberle dado su mochila por que de la emoción no se había acordado de ella.

Encontró el libro, buscó la página en donde se había terminado el texto, con algo de emoción y nervios pasó a la siguiente y para su sorpresa había un nuevo texto.

Tu amor encontrarás
y la profecía se cumplirá.

De ese gran amor
un heredero nacerá
y en él, una marca de nacimiento
en su cuello estará.

Alegría y felicidad
consigo traerá
duda de eso no habrá.

Tu gran amor de rodillas caerá,
con una sonrisa
y un te amo morirá.

- ¿Pero qué...? Pero si no ha pasado nada - suspiró - te estás volviendo loca Park - cerró y guardó el libro, se puso de pie para regresar al pueblo pero al querer tomar la bandera esta ya no estaba.

- No, no, no, la bandera estaba aquí - buscó con la mirada pero no había rastro de ella - aquí estaba - con su pierna le pegó al suelo - esto no me puede estar pasando - tomó su mochila y emprendió camino al pueblo con una desilusión más grande de la que tenía esta mañana.

Cansada y con pequeños pasos llegó al anochecer a su destino pero había algo diferente en el pueblo, las casas en mejores condiciones que antes, las personas vestían un poco diferente, era raro que estuvieran personas a esa hora por que anteriormente en cuanto la noche llegaba no había rastros de nada parecía un pueblo fantasma pero ahora era todo lo contrario.
Con algo de miedo siguió avanzando en busca del lugar en el que se había estado quedando, minutos después llegó a donde creía que era y antes de dar otro paso escuchó a dos personas hablar, se detuvo y casi al instante iba saliendo uno de ellos pero caminado de espaldas a Rosé.

- Dígale a su madre que mañana temprano estaré ahí - escuchó la voz de una mujer.

- Yo le digo... ¿Pero qué? - había chocado con la joven aventurera, se dió la vuelta y la miró de una forma que es difícil de explicar - Yo... Yo lo siento, ¿te hice daño? - preguntó después un rato.

Pero Rosé estaba perdida, se quedó observando el traje que llevaba aquella persona era igual al que llevaba el hombre de la foto que vio en el álbum de la anciana.

- ¿Estás bien? - volvió a preguntar.

- No... digo si, si estoy bien - sonrió nerviosa.

- Joven Kim, disculpe, ella no quiso hacerlo - intervino la mujer que estaba hablando con él momentos antes.

- Oh, no se preocupe Amelia, todo está bien ¿no es así? - miro a Rosé.

- Si, si claro.

- Me presento soy Kim Seok-jin pero puedes decirme Jin - sonrió - ¿cuál es tu nombre? - preguntó.

- Soy Park Chaeyoung.

- Interesante, nuca te había visto por aquí, disculpa que te lo diga pero no...

- ¡Joven Kim! - se escuchó a lo lejos y ambos miraron en dirección de aquel llamado.

- Me tengo que ir - avisó el joven Jin y Rosé asintió - ¿te gustaría venir conmigo? Por lo visto no eres de aquí, eso lo sé por tu forma de vestir y que no me conoces - sonrió.

- Yo... Yo - las palabras no le salían, para ella todo estaba muy confuso.

𝐓𝐇𝐄 𝐅𝐋𝐀𝐆 [𝐂𝐇𝐀𝐄𝐒𝐎𝐎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora