༽P R I M E R O༼

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No me percaté del accidente.

Me encontraba al margen de la autopista, sentado. Acompañado de las señales de tránsito y el cercado de protección. Mis manos palparon el suelo duro; la tierra fría y reseca.

Giré mi rostro por todas direcciones. Tras de mí, a una distancia media: mi vieja motocicleta.

La parte delantera tumbada sobre el suelo; con la rueda aun girando sobre su eje, y el faro alumbrando las piedrecillas a su alcance. Así mismo, la parte posterior no tocaba el suelo. Estaba incrustada entre las barras paralelas de la valla de seguridad.

En un parpadeo, volví el rostro a mi cuerpo. Miré las palmas de mis manos, las giré hacia abajo. No descubrí heridas importantes. Mi ropa se encontraba casi intacta; mi piel ilesa. En ciertas zonas relucían roces y arañazos. Nada grave.

Me llevé la mano al pecho y resoplé con alivio. Sin saber que lo anterior me repercutiría más adelante.

No recordaba con detalle lo ocurrido. Mis pensamientos se arremolinaban entre ellos, sacudiendo mi cabeza; creando un caos dispuesto a colapsar.

Mi mente solo dibujaba imágenes donde la cólera me había cegado. «Me cegó», en tiempo pasado. Ahora mi respiración era tranquila, dejándome con retazos que se reunía como piezas difusas de rompecabezas...

         —Esto cada vez empeora y lo sabes.

         —¿A dónde quieres llegar?

         —A la verdad.

         —Jamás te mentiría, Kyo.

El zumbido progresivo de un auto recorriendo frente a mí, me trajo a la realidad. Ese lugar no era precisamente el más seguro. Mis pies rozaban el pavimento, no debía permanecer más allí.

Me levanté; todos mis huesos crujieron en una dolorida consecuencia.

Me dirigí a la motocicleta. Al acortar la distancia, observé los añicos de espejo esparcidos por el suelo. Arqueé mis labios, tendría que conseguir un retrovisor nuevo.

Me incliné hacia ella y la tomé por los manubrios, atrayéndolos para conmigo. Traté de zafarla. Sin éxito.

Me hinqué para divisar el problema más de cerca. La horquilla trasera, encargada de sostener el neumático, se encontraba aprensada entre las estructuras torcidas de metal. Aproveché para apagar el faro y extraer la llave, pero no estaba dentro del switch de encendido.

Regresé a estar de pie, tenté los bolsillos de mis jeans, y luego, los de la chaqueta.

Al no sentir lo que buscaba recorrí el suelo con mis ojos, primero cerca de mí, y después más allá de mi sombra. A un par de metros di con ellas. No entiendo cómo llegaron allí.

Fui al lugar y me incliné para tomarlas. Eran seis llaves sujetas por un aro de metal. Una de ellas, abría el departamento de él. Las guardé.

Volví, pensé en la manera de desatrancar mi motocicleta.

Repetí la acción unas cuantas veces. Esperando a que saliera de allí.

Jamás lo hizo.

Deslicé el brazo por mi frente. No me rendí, coloqué un pie sobre la valla y tomándola de nuevo por los manubrios: la halé con fuerza hacia mí, removiéndola.

Mis dedos resbalaron del agarre y caí de espaldas.

Tumbado sobre la tierra, mis ojos apuntaron al cielo: los rayos abrasivos del sol de abril, despejaron la oscuridad. Anunciando el fin de la madrugada.

Intangible┊Kyo×IoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora