Capítulo dos.

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Un silencio somnífero y en exceso sedante envolvía todo el ambiente dulzón que ambas anatomías crearon con una simple unión de manos en medio de la calle

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Un silencio somnífero y en exceso sedante envolvía todo el ambiente dulzón que ambas anatomías crearon con una simple unión de manos en medio de la calle. Sus miradas estaban gachas pero a su vez atentas a cualquier parloteo que alguno de ellos quisiese compartir, desviaban sus ojos de los contrarios al ser descubiertos mientras que sus cuerpos daban leves empujones al otro en un jugueteo inocente. JungKook mantenía la cercanía con el cuerpo de su mayor para no perderse de ningún temblor que solo él podía proporcionarle al ponerle un tanto nervioso. Tan lindo.

Esa tarde de sol radiante y brisa calmosa, TaeHyung había pasado por el pelinegro a su instituto ya que la noche anterior prometió acompañarlo hasta su humilde residencia para que su transcurso en la caminata no le sea aburrida ni peligrosa. En primer lugar, JungKook se había negado rotundamente a la comitiva serena por los informes y trabajos que su mayor debía entregar en su universidad ese mismo día, sabía de antemano que su Hyung estaría muy cansado como para escoltarlo hasta su casa que afirmó estar bien en el recorrido, pero estaba más que claro que no podía negarse a los pucheros y desbordante perfección en sus facciones al rogarle por un paseo a su lado, mucho menos por videollamada; terminó aceptando y ganandose muchos besos cuando volvieron a encontrarse despues de dos absurdos días.

Kim rodeó todo su brazo izquierdo por la extremidad derecha de su menor, apegandose mucho más a él, de esa forma podía olfatear con admiración el aroma tan varonil que su bebito tenía impregnado por la camiseta blanca que llevaba puesta, cerró un poco sus ojos y se dejó mimar cuando los dedos de JungKook se dirigieron con mucha inseguridad hasta su cintura donde comenzó a acariciar suavemente, haciendo un recorrido delicado desde sus caderas hasta un poquito más abajo de ello. Suspiró enamorado al elevar su vista y encontrarse con los azabaches ojos, mirándolo con pena y amor desbordante.

JungKook apartó su mirada de TaeHyung y sus mejillas automáticamente se pintaron de un rojo leve al oír una risilla traviesa por parte de su mayor. Volvió a observarlo pero esta vez con el ceño tenso, sin quitar el color vivo de sus mofletes.
—¿C-cuál es el motivo de su risa, Hyung?—Se atrevió a preguntar tímido, deshaciéndose así del sosegado silencio que los abrazó en protección.

¿Qué por qué se ríe? Sencillo, JungKook es el bebe más adorable que pudo haber visto en toda su jodida vida que ameritaban risas de su parte, por lo menos prefería eso antes que lanzarse a su cuerpo y comerlo a besos, el podía atreverse a hacerlo pero estaba muy seguro que su menor no aguantaría tanta muestra de afecto y probablemente lo apartaría para tener un poco más de espacio y recuperar cierto autocontrol. Suspiró al pensar en ello y negó varias veces con su cabeza para que pudiera convencerse de que el causante de su risa no era por sobre todo importante.

—Lo que pasa es que eres muy lindo Kookie, demasiado, mucho, inmensamente y excesivamente adorable. Podría darte besitos toda la vida, a cada hora, a cada minuto, a cada segundo.—Fugazmente, roba un pequeño beso en los delgados labios de su pálido novio que al sentirlo solo pudo colorearse más de lo que anteriormente estuvo, no solo por el delicado tacto, si no que también por las apacibles palabras que su pareja le dedicó. Cada una de ellas se dirigieron al gran corazón del pelinegro y se sintió en el mismísimo cielo al sentirse vivo y amado. Es que no podía ser tan bello y decirle todo aquello sin una pizca de pena o algunos locos titubeos, no podía verse tan espléndido al decirle que quería besarlo, tenerlo para toda la vida. Maldita seas Hyung grandioso, excelente y perfecto.

⇢Claves del Dirty Talking「ҡooҡν」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora