Mangel - Costumbre

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El frío y la humedad envolvían el lugar por completo, como un hielo resbalando por la espalda, Mangel, inquieto, necesita la mayor cantidad de materiales para largarse lo más rápido posible de la cueva. Las paredes de roca son heladas bajo sus grandes manos y picar ayuda a generar más temperatura, da estocadas profundas con el pico a la pared sintiendo sus músculos tensos y la mandíbula apretada gracias a la furia que lo mueve, como ya estaba acostumbrado.

Furia y costumbre.

Hace tiempo el mismo pensaría en la mala combinación que producen. E irónicamente el hecho de que estos dos conceptos se mezclen era producto de nada más y nada menos que él.

Gracias a él todos los integrantes de Karmaland se volvieron individuos acostumbrados a la furia y el odio, aunque Mangel se adaptó curiosamente rápido, como si de una adicción se tratase, considerando que este de adicciones sabe bastante, el tabaco fue un problema que había intentado tratar en un pasado, hoy, el humo nublando sus sentidos es la mejor sensación que su cuerpo puede recibir.

Todo comenzó con la llegada de los celos, o más bien, que se les ocurriera un día rescatar esas princesas para luego convertirlas en sus novias, por supuesto que es culpa de ellas, si no hubieran aparecido tampoco lo habrían hecho sus celos.

Y es que Mangel no sabía el poco grado de control que tiene sobre sus emociones hasta que vio a Nieves, prometida de Rubius, viviendo en su casa y vistiendo un fino traje azul celeste en el recibidor de esta.

No sabía que aún sintiera sentimientos por su oso amigo, quizá no los sentía, quizá solo fue el deseo de posesión que lo abordó para asesinar a sangre fría a la maldita retrasada. Aún a tres años no se había arrepentido siquiera un día, es más, lo considera una de las mejores desiciones de su vida, esa tarde fue mágica, capaz de transformarlo en lo que es ahora mismo.

Fue un 29 de febrero, el sol en su máximo esplendor parecía quemar sobre su piel, pero le agradó, caminar solo por las praderas de Karmaland fumando un cigarrillo a la luz del astro fogoso resultaba relajante, tenía un montón de cosas que hacer co...

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Fue un 29 de febrero, el sol en su máximo esplendor parecía quemar sobre su piel, pero le agradó, caminar solo por las praderas de Karmaland fumando un cigarrillo a la luz del astro fogoso resultaba relajante, tenía un montón de cosas que hacer como terminar su casa, por ejemplo, pero como siempre holgazán, decidió dejarlo para otro día.

Quería visitar a Rubius solo para molestarlo un poco, y es que le encantaba, se puteaban mutuamente desde que él había formado una relación con Lolito, y hasta se habían propuesto matrimonio delante del oso. Nunca más volvieron a ser cercanos de esa manera tan carnal, normal en todo caso. La ensalada de emociones le descontrolaba un poco y podía sentirlo, sentía cambios dentro de él que a veces resultaban sofocantes.

El cigarrillo era la mejor manera de mantenerlo a raya por lo cual últimamente no pasa un minuto sin tener tabaco en la boca.

Se sentía extraño, quería ser el mismo Mangel de siempre, le echaba la culpa a Lolito, lo amaba, sí, pero a veces también quería estrangularlo, y no sabía con exactitud de que parte de su cerebro provenía ese pensamiento.  Cada vez era mas difícil distinguir entre la línea de amar y querer matar a alguien. 

Las vidrieras en la casa de fachada blanca reflejaban la resplandeciente luz del sol, ¿en qué momento se le había ocurrido a Rubius poner tantos cristales? que expuesto se sentía todo ¿no? cualquiera podría mirar hacia adentro sin ninguna privacidad tal cual él estaba haciendo, mirando el lateral mientras el humo del cigarro se fundía en su cabello.

Mala fue su sorpresa cuando vio a Nieves en el chalé de su casa, su cabello naranja amarrado en dos coletas enmarcaba su rostro pálido, de cara delicada, tierna e inocente, lo llenaba de rabia, pero más furia provocaba el ver un fino traje celeste vistiéndola ¿desde cuando Rubius la cuidaba tanto? resultaba irritante, él no podía tener armadura de diamante por las estúpidas normas (y porque no tenía diamantes suficientes) ¿pero Nieves si? 

Y lo sintió de nuevo, ese mismo sentimiento de ira que no podía controlar, un cosquilleo recorría todo su cuerpo hasta la punta de sus dedos, picando sus manos que ahora, sostenían una espada. No podía soportarlo, la respiración se le agitó de pronto inflando el pecho tratando de contener el aire y no ahogarse, era extraño, nunca se había sentido así, con tan poco control, como si una cuerda se quebrase dentro de él, sintió la mirada de miles de ojos clavando sobre su cuerpo, de pronto el mundo giraba haciéndole sentir un mareo, tanto que tuvo que llevar las manos a su cabeza tratando de mantener a raya el dolor que producía su cien.

De rodillas en el césped lo único que podían ver sus ojos era la cabellera anaranjada de aquella muchacha ajena a su acosador, mirando el horizonte distraída ignoraba por completo a la persona que a pocos metros de ella perdía por completo la cordura, Mangel por su lado fijó la mirada en la nuca de la chica, con los ojos teñidos de rojo se levanto, solo podía imaginar su espada clavada en el cuello de Nieves, fantaseó por más de un segundo con verla ahogada en sangre.

Comenzó a caminar decidido, quería hacer realidad sus fantasías, una parte de el aún no podía creer lo que estaba a punto de hacer, pero esa parte ya no tenia el control, ahora era solo una voz amordazada en el fondo de su cabeza.

Las puertas se abrieron de par en par revelando su rostro cubierto por humo del cual solo se notaban unos brillantes ojos rojos, el sonido por fin provocó que Nieves girara su cabeza en la dirección correcta, confundida vio al hombre, pudo reconocerlo como amigo de su ahora prometido, no se sintió asustada, quizá fue error de ella al confiar de lleno, pero es que aún no dimensionaba la maldad que pueden albergar las personas.

Es curioso como algo puede romperse dentro de las personas al punto de hacernos cambiar por completo, si bien cada quien reacciona de manera diferente, resulta atemorizarte como enterramos la voz de la cordura y encadenamos bajo siete llaves la razón de lo que es correcto, los sentimientos repercuten en las personas, y a veces, pueden llegar al punto de no saber aplicar la moralidad en sus emociones, movidos por los impulsos muchos han cometido blasfemias, en ello, tampoco saben volver al estado de sosiego.

El resto de la historia de nuestro -ex- héroe es simple, cumplió sus más oscuras fantasías pero como todo, teniendo consecuencias. Así como un domino cayó cada personalidad en Karmaland, si bien el primero en quebrarse fue Luzu, sus acciones no habían llegado todavía a tener una reacción en cadena tan inmediata como había ocasionado Mangel, pues al enterarse de la muerte de su prometida, Rubius no pudo evitar sentir la sed de sangre, reía como un loco en su bóveda de cofres tirando de sus cabellos, su traje oscuro era perfecto para él en ese momento. Como es imaginable dada su afición retorcida con las explosiones, estalló todo el territorio del verdugo de su futura esposa, sin sentirse satisfecho, se retiró, pues solo sentía vacío, una rabia incontenible y ganas de caos.

Cuando terminó de picar todos los materiales que le podía ofrecer una cueva, salió a la superficie, no sin antes sentir una que otra mirada vigilante, pero le daba igual, al fin y al cabo ya estaba acostumbrado.

                                 

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Hola! este es el primer capitulo y por asi decirlo "piloto" de esta pequeña ""novela"" pienso hacer un capitulo por integrante e integrarle sus respectivos shipps, pero ya veremos como sale.
exo exo                                                                                                           strunka➣

Psychotic - Evil!KarmalandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora