PERFECTA OBSESIÓN (PARK JIMIN)

EL OTRO LADO DE LA MONEDA

La Historia de TN Pt.1

Desde que tengo uso de razón siempre fui una chica delgada, una niña que por más que comía no podía subir de peso. Mucha gente podrá llamarme afortunada por comer todo lo que yo quería sin subir un sólo gramo, pero en gran parte de las ocasiones, las chicas que son como yo no se sienten tan afortunadas, incluyéndome...

Al principio yo no tenía ningún problema com mi cuerpo, de hecho ni siquiera me fijaba en el o en "cómo debería ser", simplemente era yo y así era feliz. Otra cosa que añadir era mi piel extremadamente pálida, con eso y mi delgadez, todos pensaban que yo estaba enferma, pero en realidad no, me sentía bastante bien.

Yo tengo una hermana mayor, la cuál nunca fue delgada, al contrario, para su corta edad ella tenía muy buen cuerpo. Recuerdo que cuando íbamos a comprar ropa mi madre quería vestirnos igual, aunque no siempre se podía.

Flashback

Era el vestido más hermoso que había visto. Un vestido rosa con negro, sin tirantes, ajustado de la parte de arriba y corto de abajo.

— Mamá ¿puedo llevarlo? —le llevé el vestido a mí madre que veía ropa junto con mi abuela. A mis diez años estaba emocionada por llevar un vestido así, aunque el vestido tenía toques muy añiñados, yo me sentía como toda una señorita llevando un vestido corto y algo ajustado—.

— Ay mi amor, cómo vas a usar eso, se te va a ver mal —dijo mi abuela mirando mis pequeñas piernas—.

— Busca otro vestido y déjale ese a tu hermana, ella si tiene con que llenarlo y lo va a lucir mejor que tú.

Regresé el hermoso vestido que había tomado y buscando otros pasé por el área de probadores dónde había grandes espejos, me quedé mirándome un rato mientras me preguntaba que debía tener para llenarlo y que sí tenía mi hermana de doce años. Simplemente no comprendía que estaba mal conmigo o que me faltaba...

Fin del flashback

Esa fue una de las tantas cosas que pasé a causa de mi peso. Ahora comorendo que eso a lo cual se refería mi madre era a los pechos, piernas y trasero. Nunca tuve mucho de ellos.

Jamás le gusté a nadie, todos miraban a las bellas chicas con cuerpos marcados por esas curvas impresionantes. Casi toda mi vida me preguntaba que sentía que alguien te dijera lo hermosa que eres, que en cuestión de días de haberte conocido llegará un chico con flores a decir que está enamorado de ti, a que te traten diferente por ser linda, a robar miradas.

Me hubiera gustado que mi familia, amigos y toda la gente que me rodeaba entendiera que no estaba enferma, no tenía ningún problema en la sangre, tampoco me iba a romper sí cargaba mi mochila, lo mucho que me dolía cuando decían que ningún chico se iba a fijar en mi por tener este cuerpo. Entiendan que yo no pedí nacer así.

Cuando entré a ese nuevo instituto me sentí muy asustada, quería impresionar pero no sabía cómo, era lo único que me importaba. Antes de entrar busqué en internet la manera de subir de peso, pero ninguna funcionaba, así que me rendí. Cuando entré a mi primera clase sólo había dos chicos, aún era temprano y faltaban muchos por llegar; uno de ellos me pareció sumamente atractivo, tenía una sonrisa preciosa, su voz era dulce y sus ojos lucían  inocentes. Quería acercarme a él con la escusa de enseñarme las instalaciones, pero eso lo haría a la hora del descanso.

Por fin llegó la hora para almorzar, estaba realmente hambrienta, pero primero quería buscar a aquel chico. Desafortunadamente me los encontré cerca de los baños, muy ocultos en una esquina.

— ¿Ves eso Hoseok? Esa chica tiene un cuerpo realmente lindo —el chico bonito miraba asombrado sí celular—.

— Bro, sabes que yo no le hago a eso.

— Jamás tendré una novia así, una chica hermosa y con esas curvas no sé fijaría en mi. Se ve que va mucho al gimnasio.

— Bueno, en eso tienes razón, si cuerpo parece estar muy bien trabajado.

Allí quedó todo, no tenía ni la más pequeña oportunidad con él, era obvio que yo no era su tipo, así que no le pensaba quitar su tiempo. Sé que no tengo ningún sentimiento fuerte por el, sin embargo, escucharlo sólo me hacía afirmar una vez más el oído hacía mi cuerpo, todos tenían razón, jamás seré bonita ni para mí misma ni para nadie.