PARTE 4.

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El área verde estaba haciéndose escasa; los edificios se hacían más grandes y extensos. El área de los salones estaba ante mis ojos. 

Alumnos de todos los años marchaban con sus respectivos uniformes y distintos tipos de cámara. 

Un recuerdo de antaño me inundo. 

Mis años de estudiante me asaltaron; Recordé el grato día primero; una muchacha inexperta, nueva en una ciudad tan grande como lo era ésta. Mis pensamientos ahora me eran absurdos. Antes, en el inicio, creía imposible aprender tantas cosas. 
Ahora podía asegurar que había nacido con todo esto, y para esto. 

Un destello del sol ilumino a un joven, no literalmente, claro. 
Su ceño fruncido llamo mi atención. Un atisbo de decepción se vio en su fino rostro. Tome mi cara posicionándola correctamente. Su cara se contrajo en enojo. Con una buena ayuda de parte del sol, tome la foto. 

Sus cejas delineadas se unían, una mueca marcaba su cara. La foto era perfecta, valla tristeza por él. 

Mi lado enternecedor salió a la luz. A paso lento me acercaba a él. Una oleada de emoción me inundo. Era él. Él. 

El extraño-no tan extraño, que alabo mi fotografía. 

Si mal no recuerdo su nombre es Martín. Su nombre hizo cosquillas en mis labios. 
Ahora, no tan segura de mis pasos, me pare ante él. 

—No te preocupes -pedí. Él subía la mirada un poco desconcertado. —Todos hemos tenido fotos malas. 

—Valla sorpresa, -una sonrisa que pareció de oreja a oreja alumbro su rostro. —nunca pensé encontrarte.

—Llámale casualidad o destino, -mi tono divertido y encogimiento de hombres lo hizo reír. —ciertamente no esperaba verte aquí, lo debí prever, eres estudiante y esta la mejor escuela de fotografía. 

—Tienes razón,- acotó. — Sin embargo, es muy grande. 
—Lo es, -sonreí sin trabajo. — Y, ¿qué problema tienes?-pregunte, su ceño se frunció de nuevo, con un resoplido. —Esta maldita cámara, la memoria no guardo mi última toma. 
—Agh, -asentí comprensiva. — lo entiendo. Suele pasar, y aunque la intentes tomar de nuevo, no es lo mismo. 

— ¿Quieres? —ofrecí ante su mirada. Mi rebanada de pastel estaba deliciosa, y no lo decía por estar hambrienta—. No, gracias, no me va la cafeína. 
—Entonces, ¿en qué año estás? Me imagino que pronto terminaras, te vas un poco grande. 
—Mi penúltimo semestre, —contestó, bebió un poco de su té verde, y no evite correr mi mirada hacia sus movimientos. — y no soy tan mayor, May. 

— ¿Entonces te iras?-hable hacia él. Habíamos salido de la cafetería. El parque estaba húmedo por el rocío. Amaba el ambiente, amaba esta época—.Así es, en cuanto termine mi carrera. Tengo que volver, -hablo. Una sonrisa triste tomo fugazmente su cara. — lo prometí, May. 

No tengo nada que decir, más que dar las gracias.

Continua...

THE PHOTOGRAPHER (Historia Corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora