4: Sangre fresca, bebidas de alcohol

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Para cuando el Sol salió, alumbrando todo Healthy Nightmare y dándole con aquella señal; algo de esperanza para los desquiciados y enfermos que estaban ahí metidos, una de las primeras personas en levantarse de la cama fue la doctora Hale. Quien rápidamente deslizó un par de pantuflas negras en sus pies y salió de su cuarto de habitación. Yendo con una sonrisa de oreja a oreja a la habitación de Jughead Jones, pues tenía algo cruel planeado para él, pero no llegó muy lejos pues se topó con un sonido que fue molesto para sus oídos, antes de poder cruzar hacia el ascensor.

— ¡Escapó! —muy a lo lejos comenzó a oír una notoria discusión entre varios enfermeros y guardias. — Escapó. No hay ni un maldito rastro de ese hombre aquí.

— ¡¿Pero cómo que escapó?! —se quejó otro. — ¡Joder! Tenemos el mejor sistema de seguridad en todo Riverdale y tú vienes y me dices que ese cabrón escapó. ¡¿Cómo?!

— Espero que haya escuchado mal. —Lucy se acercó a ellos y decidió meterse en la conversación. — Creí haber oído, vagamente, que alguien escapó... Por favor, no me digan que fue Jones o-

— Efectivamente, Doctora Lucille. —Amy la interrumpió, saliendo por una puerta con molestia. — Jughead y Elizabeth Jones se escaparon mientras todos dormían. Justo en la madrugada.

— ¡Carajo! —la pelinegra se quejó, rechinando los dientes con molestia. — ¿Ya dieron aviso a la policia?

— Sí, ellos ya están siendo buscados por cielo, mar, y tierra. —aseguró. — Me pregunto qué es lo que planean hacer ahora que son libres.

— Eso realmente me vale un carajo. —Lucy rodó los ojos, amarrándose la larga bata de dormir con el cinto y tomando unos cuantos papeles. — ¿Cómo escaparon? Es decir, esto está repleto de seguridad. Díganme, ¿qué es lo que grabaron las cámaras?

— En la habitación de Jughead Jones se desactivaron por completo por algún extraño motivo. Pudimos ver gracias a las cámaras de los pasillos cómo salía de ahí y se dirigía tranquilamente hacia el piso en donde estaba su esposa. —explicó una mujer. — Y después pudimos verlos teniendo sexo en la habitación de Elizabeth Jones. —finalizó. — Lo que me hace pensar, ¿por qué él no desactivó esas cámaras por igual?

— Porque fue su forma de decirnos, “hey, cabrones! Me escapé y frente a sus malditas narices”. —la pelinegra se quejó, tensando la mandíbula. — Pero si desactivó las cámaras... Solamente pueden hacer eso los empleados y doctores.

— Significa-

— Significa que hay un maldito traidor entre nosotros.

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— Ya necesitaba sentir una cómoda cama. —Betty dijo con una sonrisa, estirándose feliz en el cómodo colchón en cuanto se dejó caer a la cama del hotel. — Ese lugar es una mierda, Jug. No pienso volver ni un millón de años. Es un espanto.

— Lo sé. —Jughead suspiró, mientras hacía quién sabe qué en el celular que la anterior enfermera tonta le había conseguido y se recargaba en la pared, mirándola. — Pero dime, ¿estás bien? —preguntó, la preocupación sonaba en toda su voz mientras botaba el celular y se dirigía a la cama.

— ¿A qué te refieres? —cuestionó la rubia, alzando una ceja ante tal pregunta y apoyándose con sus codos en la cama. — ¿Físicamente?, ¿emocionalmente?, ¿psicológicamente? —rió a carcajadas. — Sí, podría decirse que sabes la respuesta a eso.

— ¿Psicológicamente? Creería más fácil que Michael Myers es un hombre honorable, respetuoso y sano. —dijo Jughead con su habitual sarcasmo, Betty rodó los ojos divertida. — Pero hablo en serio, loquita, ¿estás bien? —volvió a repetir la pregunta, esta vez con más seriedad.

𝗗𝗘𝗟𝗜𝗥𝗜𝗨𝗠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora