"El cartel de la mafia, un mundo donde el amor no tiene lugar"

capítulo 1

Pov Natalia:

A lo largo de la vida he aprendido que la sociedad se divide en dos clases de personas, las que corren con una suerte que te cagas y tienen el privilegio de tener una vida con todas las comodidades habidas y por haber, pero luego estoy yo qué me ha tocado desde mi adolescencia bregar a por todas para poder tratar de vivir como realmente me gustaría aunque debo admitir que me desvíe en el camino.

Hace exactamente 10 años entre a un orfanato, tenía a penas 8 años de edad. Desde muy pequeña vivía con mi abuela ya que mis padres fallecieron en un accidente automovilístico, quedé a sus cuidados hasta que también ella falleció y me trasladaron a un centro de protección de menores ya que nadie de mi familia se quería hacer cargo de mí... Vivi ahí casi 2 años, los años más horrorosos de mi vida me sentía sola, desprotegida pero la tenía a ella conmigo... Aquella rubia que conocí el 17 de diciembre de 2007 como olvidar esa fecha fue el día que ingresé en aquel lugar; Podemos decir que ella fue una de las cosas bonitas que la vida me regaló luego de haberme quitado todo.

Flashback

-Buenos días niños, hoy quiero presentarles a una nena que va a empezar a formar parte de nuestra familia, vamos a tratar de integrarla y que se sienta como uno más de nosotros ¿podemos?- les dijo la trabajadora social y ellos asintieron expectantes a mi reacción.
-¿te gustaría decirles tu nombre y que ellos se vayan presentando y así lo vas conociendo?.- A lo que yo negué me sentía sola, se me acababa de derrumbar todo en un momento y aunque no sabía bien que sucedía solo tenía claro una cosa estaba cayendo en un pozo sin fin. -esta bien mi niña, no pasa nada. Bueno chicos ella es Natalia, como ya les dije va a formar parte de nuestro hogar y tenemos que darle mucho cariño para que se sienta como en casa.

Al transcurrir de las horas yo me encontraba sentada sola en un rincón con las esperanza de que alguien iba a volver por mi y ella se acercó a hablar conmigo

-hola Natalia, soy alba... ¿Quieres jugar conmigo? Estoy de cumpleaños y la señorita Ana me ha regalado este libro de dibujos y no tengo con quien usarlo.

En ese momento me quedé muy pensativa pero la verdad es que esa niña transmitía un aire tan dulce que me apeteció jugar con ella.
-esta bien, pero solo un rato porque estoy esperando que vuelvan por mi. Yo sé que si lo harán- esto último lo dije tratando de convencerme pero lo próximo que sentí fue un agua cristalina correr por mis mejllas, la verdad es que nada de eso iba a pasar las 3 personas más importante de mi vida se habían ido y me habían dejado, no me llevaron con ellos...

Comenzamos a jugar y poco nos fuimos conociendo yo le conté cosas acerca de mi, de porque estaba en ese lugar. Lo que me gustaba y esas cosas. Ella también me contó acerca de porque estaba ahí, que había pasado con su familia y que esperaba que en algún momento volvieran por ella pues se lo habían prometido y en ese instante empecé a llorar de nuevo y es que extrañaba demasiado mi vida, mis abuela todo.

-¿sabes? no llores más, te prometo que yo nunca voy a dejarte sola y seremos amigas de por vida te lo prometo.- y un brillo muy bonito apareció en sus ojos. Pero quién diría que esa promesa estaría sellada con tinta de sangre.
-halaaa ¿en serio? Yo quiero una amiga de por vida, para así no sentirme sola nunca más.- le sonreí con mucha nostalgia

Así transcurrieron los días yo tratando de integrarme a mi nuevo hogar, con esos niños que a penas estaba conociendo y que se estaba volviendo como mi segunda familia sin quererlo. Hasta que llegó el día en qué me tocó despedirme de ella, ese día simplemente no lo entendí. Una promesa que tuvo fecha de caducidad... 365 días después estaba ella despidiendose de todos, hasta de mí. Solo me quedo de recuerdo una foto que nos tomo la trabajadora social hacía ya un tiempo con algo escrito atrás "te quiero mucho by: alba Reche" junto con su cuaderno de dibujos que fue lo que nos unió... A mis 18 años aún lo conservó, fue eso lo que me hizo aferrarme a la vida, fue como un soga de la cual sujetarme para no caer a un abismo sin final.