|Miradas|

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Son HyunWoo no estaba muy seguro de por qué aquel chico le había llamado la atención. En una visión global de las cosas no era más que un gramo de arena perdido entre los brillantes colores del mercado de Namdaemun, en el centro de Seúl.

Era una noche calurosa de agosto, y el mercado al aire libre estaba vivo y repleto de tonalidades, aromas y sonidos. Todo lo contrario que aquel chico. Y, sin embargo, había captado totalmente su atención mientras esperaba detrás de él ante un carrito de helados.

Igual que el resto de la gente que había en la cola, ambos esperaban su turno. Pero al contrario que los demás, que avanzaban plácidamente en formación, él se balanceaba con impaciencia. Parecía como si bailara, como si encontrara un placer irresistible en el simple hecho de pensar que dentro de poco tendría en sus manos un helado.

Por alguna extraña razón, aquello provocó en HyunWoo una sonrisa. Aquella exuberancia le hacía gracia, y no tuvo más remedio que volver a mirarlo.

Tenía una estatura media, aunque de cerca tal vez pareciera más pequeño. Su cabello no era rubio ni castaño, y no había nada ni remotamente sexy en el corte de pelo que tenía. Los pantalones cortos y la camiseta que llevaba puestos le cubrían lo suficiente lo que parecía ser un cuerpo bonito y menudo, aunque no podía asegurarse. A excepción del llamativo color rojo brillante de sus zapatillas, no había nada luminoso en aquel chico, hasta que se dio la vuelta con su codiciado premio entre las manos.

Detrás de unas gafas anticuadas y sosas, unos ojos de color castaño oscuro brillaban con alegría, inteligencia y un buen humor innato. Y cuando le dio al helado la primera lamida, larga y lenta, una sonrisa de puro y decadente placer iluminó su cara vulgar convirtiéndola en un rostro que cortaba la respiración. El resplandor de aquella sonrisa estuvo a punto de dejarlo ciego.

—Ha valido la pena la espera —susurró el chico exhalando un suspiro mientras abandonaba la fila.

—Y que lo digas —reconoció él dedicándole una sonrisa mientras observaba la deliciosa cadencia de sus caderas al alejarse.

HyunWoo se preguntó por qué un chico dotado de una belleza natural tan excitante habría elegido esconderse detrás de aquellas gafas de abuelo, un corte de pelo sin imaginación y aquella ropa tan vulgar. Lo siguió con la mirada mientras se perdía entre la multitud. Seguía mirándolo cuando el chico del carrito de helados lo devolvió a la realidad.

—Oye, amigo: ¿Quieres un helado o no?


—Sí, lo siento —respondió HyunWoo girándose suavemente hacia el mostrador.

Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta para sacar la cartera y, sin dejar de sonreír, indicó con la barbilla la dirección que él había tomado.

—Tomaré lo mismo que él. De dos bolas.

El helado no era tan exquisito, pero era un placer sencillo, dulce y delicioso.

Igual que la sonrisa sincera de un chico hermoso y satisfecho.

HyunWoo volvió a sonreír, esta vez a modo de auto reproche, porque no podía evitar la imagen que se abría paso en su mente. La cabeza de aquel chico recostado sobre su almohada. Su cuerpo suave, cálido y suplicante bajo su... Su increíble sonrisa no sólo de satisfacción, sino auténtica plenitud.

Yoo KiHyun deambuló por el mercado entre la multitud de turistas y locales que habían salido a la calle para disfrutar de aquella noche de agosto. Se tomó su helado de vainilla y se negó a pensar en las calorías. Aquel era su premio por haber perdido un kilo tras seis días de abstinencia de helados. Echó un vistazo a los escaparates de las tiendas de marca, en las que no podía permitirse el lujo de comprar y aplaudió las actuaciones de los artistas callejeros cuyas actuaciones gratis sí podía permitirse. Y le dedicó un pensamiento, o tal vez dos, a aquel guapo desconocido de increíbles ojos penetrantes y sonrisa encantadora.

Un apuesto caballero ||SHOWKI [Adaptación]||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora