KiHyun logró sobrevivir a la cena, pero sólo porque el restaurante estaba lleno y había aprovechado la oportunidad de evitar un cara a cara con HyunWoo al ofrecerse con entusiasmo a compartir mesa con una pareja de mediana edad que venía de Japón. Ahora sabía más del katsudon de lo que hubiera imaginado en su vida.
También consiguió sobrevivir a la película, pero únicamente porque insistió en ver una de tipos cuadrados, repleta de sudor, peleas, balas volando y cientos de actos violentos. Y sangre. Mucha sangre.
Por supuesto, HyunWoo se había cansado de tanto reír porque el pequeño había visto toda la película a través del agujero formado entre los dedos índice y corazón de la mano con la que se tapó los ojos.
Y tampoco hubo palomitas para él. HyunWoo se las ofreció varias veces, pero KiHyun no quería arriesgarse a que sus dedos se rozaran.
Para él fue un inmenso alivio que aparecieran los títulos de crédito, las luces se encendieran y fuera el momento de marcharse. Ahora sólo le quedaba llegar a casa, darle unas palmaditas en el hombro a HyunWoo y escurrirse a toda prisa a su dormitorio. Solo.
—Así que te ha gustado ¿No? —le preguntó HyunWoo cuando salieron del vestíbulo del cine hacia la noche de agosto.
—Por supuesto que sí.
—¿Mienten tan mal todos los bibliotecarios o tú eres particularmente inepto? —exclamó HyunWoo con una carcajada.
—Creo que es cosa mía —reconoció KiHyun mirándolo a los ojos.
HyunWoo le pasó el brazo por los hombros en gesto amistoso y le dio un abrazo rápido, apretándolo contra sí desde el hombro hasta el muslo.
—Déjame darte un consejo —le susurró al oído—. No mientas cuando hagas la declaración de hacienda. No conseguirías superar una inspección.
KiHyun no escuchó más allá de la palabra «consejo». Un sonido suave y bajo le resonó en la cabeza y borró el resto de las palabras de HyunWoo mientras su respiración le acariciaba la oreja y la firmeza de su cuerpo provocaba que todas las zonas erógenas de su cuerpo se pusieran en alerta.
—¿Qué? ¿Cómo dices? —preguntó confuso, al darse cuenta de que se habían detenido en la puerta del cine y él le estaba preguntando algo.
—Te he preguntado que si quieres tomar un helado —repitió HyunWoo con una mueca.
—¿Un helado?
—Sí, ya sabes. Esa cosa fría que a veces va recubierta de chispas chocolate y...
HyunWoo se detuvo bruscamente a mitad de la frase y dirigió la mirada hacia el otro lado de la calle.
—Hijo de perra... —murmuró mientras lo atraía hacia sí con aire protector.
Sorprendido por su repentino y drástico cambio de humor, KiHyun siguió la dirección de su mirada. El corazón comenzó a latirle a toda prisa cuando vio lo que le había llamado la atención a HyunWoo.
Lee HoSeok estaba estacionado al otro lado de la calle, frente al cine. Había bajado la ventanilla del coche para asegurarse de que lo vieran bien y lo reconocieran.
—Ese desgraciado te está siguiendo —aseguró HyunWoo obligándolo a girarse—. Veamos si podemos desviar su rabia hacia otra dirección.
Y antes de que KiHyun pudiera asimilar lo que estaba pasando tenía la espalda apoyada contra la pared del cine y a HyunWoo enfrente.
—Lo que quiere es fastidiar a alguien. Veamos si me fastidia a mí. Espera —susurró mientras su boca descendía—. Vamos a hacerlo bien.
¿Hacerlo bien? «Dios mío», pensó KiHyun. ¿Qué era lo que había que hacer bien?
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Un apuesto caballero ||SHOWKI [Adaptación]||
RomanceCuando el bibliotecario Yoo KiHyun vio al hombre que lo había salvado de su ex novio, no podía creérselo. Sólo en los libros y en sus sueños había visto a un hombre tan sexy como Son HyunWoo. Era todo lo que un héroe debía ser: guapo, valiente, mill...