|Cena|

435 61 30
                                    

Cuando HyunWoo terminó la visita a su padre y a un par de amigos casados, ya estaba muy entrada la tarde. Empezaba incluso a anochecer. Hizo una parada técnica en su apartamento para darse una ducha, afeitarse y ponerse una camiseta limpia y unos pantalones de sport. Luego metió los pies en unos cómodos mocasines, agarró las llaves y se dirigió a casa de KiHyun sin dejar de pensar en por qué se preocupaba tanto por él.

Y por el camino tuvo una revelación.

—Bingo —dijo en voz alta, al tiempo que golpeaba suavemente el volante con la mano.

Durante los últimos años había conocido, invitado a cenar y dormido con algunas de las mujeres más glamorosas y deseadas del mundo. Entre ellas, una modelo sueca, una actriz americana y una princesa austriaca. Todas eran sofisticadas y seguras de sí mismas. Habían constituido un reto y le habían ofrecido noches de loca pasión. Pero no habían sido confortables.

Eso era lo que KiHyun le daba. Confort. HyunWoo pensó que era como comida casera para su alma. No pudo evitar una mueca al pensar en aquella metáfora, pero básicamente consistía en eso.

Habría pasado en total una hora, hora y media con él durante sus dos breves encuentros. Apenas lo conocía, y sin embargo le hacía sentir una especie de paz, una plenitud, una comodidad que no había experimentado hasta entonces ni siquiera con su propia familia.

—Comida casera —murmuró en voz alta cuando aparcó delante de su casa.

HyunWoo seguía reflexionando sobre aquella idea cuando KiHyun le abrió la puerta. Él lo miró y entonces cualquier intento de asociarlo con la sopa de pollo y la tarta de manzana se esfumó como por arte de magia. Igual que su capacidad de hablar.

Estaba precioso.

—Hola —lo saludó al ver que HyunWoo se quedaba allí quieto, cautivado por aquella visión.

Inconsciente de la sonrisa que se le dibujaba en las comisuras de los labios, HyunWoo resbaló la mirada por su conjunto de dos piezas en color blanco. Era suave y tierno, y de una tela tan vaporosa como la incertidumbre que reflejaban sus ojos.

KiHyun no era consciente ni por asomo de lo sensual que estaba. No tenía ni idea de que aunque aquella vestimenta escogida no marcaba su cintura, había algo ineludiblemente seductor en él, algo esencialmente romántico que lo hacía ver angelical.

Una fila de delicados botones con los que contaba la pieza superior se abría paso hacia la parte inferior del conjunto, debajo de esta se encontraban unos pantalones cortos que dejaban ver sus hermosos muslos. A pesar de su apariencia ingenua, las posibilidades de aquellos botones despertaron en HyunWoo una imagen de lo más erótica. Un solo movimiento del dedo y aquellos lo dejarían ver lo que KiHyun había guardado celosamente bajo una camiseta amplia y un disfraz de hámster. 

Pero las sorpresas no acababan allí. HyunWoo se dio cuenta de que se había tomado muchas molestias por él, y además de placer experimentó una cierta sensación de culpabilidad.

Se había ondulado el cabello. Unos mechones suaves y sedosos le caían a cada lado del rostro como mariposas. El tenue maquillaje le realzaba el color natural de las mejillas y remarcaba la delicadeza de aquellos labios delgados pero carnosos, que HyunWoo era incapaz de mirar sin relacionarlos con pétalos de rosa y besos húmedos y apasionados.

—No llevas gafas —aseguró él, dándose cuenta en aquel instante de aquella otra diferencia.

—Lentes de contacto —respondió KiHyun encogiéndose ligeramente de hombros y mirándolo con aquellos ojos de chocolate fundido.

—Yo... iré a buscar mi bolso —dijo el pequeño bajando finalmente la mirada.

HyunWoo se metió las manos en los bolsillos del pantalón y apenas tuvo tiempo de recuperar el aliento, reordenar sus pensamientos y fijarse en aquella estúpida rana de cerámica cuando KiHyun volvió a salir de la casa y cerró la puerta tras de sí.

Un apuesto caballero ||SHOWKI [Adaptación]||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora