El Trato

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"¿Mozart?" pregunté

"Hola mí amigo" Mozart respondió, en un sofisticado y británico acento.

No tenía idea del porqué el alemán Mozart habló como un aristócrata inglés, pero aquí, en este mundo de ensueño él lo hacía, así como yo.

Extendí mi mano y él la estrechó. Su rostro era uno de tristeza y sabiduría.

"Mozart, estoy honrado de estar en tu presencia, yo..." comencé antes de que Mozart levantara un dedo

"He escuchado tu súplica" dijo moviéndose hacía el piano. Se sentó y ajustó el taburete. Sus dedos delicadamente acariciaron las empolvadas teclas.

"Una de las más claras que he escuchado" agregó y me sonrió de manera dulce

"Yo sólo, quiero lo que tú tienes" dije sintiéndome un poco avergonzado. Incluso en un sueño, le dolió a Wolfgang verme en tal estado de desesperación.

"¿Y sí pudiera dártelo?" Mozart empezó a tocar el piano, era una pieza que no había escuchado antes. Pero eso envió un escalofrío a mi columna vertebral

"Lo tomaría con mis dos manos" dije escuchando el deseo en mi voz

"Me recuerdas a mi. Recuerdo la desesperación, esa necesidad. Cómo la necesidad de aire cuando has estado bajo el agua por mucho tiempo" mencionó sobre la inquietante melodía que tocaba

"Nombra lo que quieras a cambio. Cualquier cosa, lo que sea y te lo daré" solté sin tapujos. Sabía que era un sueño, pero no podía ayudarme a mi mismo. ¿Por qué no ser feliz en ese pequeño lapso de tiempo?

"El precio es terrible muchacho. Es un precio que todos pagamos. Todos los grandes. Créeme cuando te digo que si aceptas mi oferta, te arrepentirás. Rezarás como lo has hecho esta noche para que termine antes del final" la pieza de Mozart se hacía cada vez más obscura. La  habitación se iba obscureciendo por igual. Miré a mi alrededor y encontré un estante para libros que cubría todo el tramo de la pared y que continuaba por muchos metros más. La habitación no era tan grande cuando llegué. Y ahora se extendía hasta donde la vista alcanzaba.

"Acepto" dije y Mozart soltó una pequeña risa que carecía de humor

"Tengo que decirte lo que es primero. A todos nos hablaron del trato" aclaró Mozart. Su pieza se había obscurecido tanto, hasta el punto de llegar a ser aterradora.
Un trueno se escuchó sobre nosotros, sentí frías gotas de lluvia tocar mi rostro. El mármol del suelo brillaba y las gotas caían sobre los dedos de Mozart mientras él seguía tocando.

"La práctica nos hace grandes. No hay forma de evitar la práctica muchacho. Pero a veces una vida no es suficiente. El talento es un factor y no dudo que lo tengas, así que tu trato queda de la siguiente manera...
Tienes treinta y seis mil quinientos días empezando con esta noche. Cien años, cien años en esta habitación con este piano y todos esos manuscritos. Tu edad y tiempo en el mundo viviente permanecerán quietos, y aguardarán a que se agoten tus cien años. Esos cien años son para que conozcas este instrumento y la música que la historia nos ha traído más de lo que te conoces a ti mismo. Mil veces más de lo que te conoces.

Esto nunca ha fallado. Cada persona que escoge este trato recibe grandeza. En otras ocasiones, usualmente se suelen dar diez años. Pero tú súplica es mucho más grande. Así que para ti, mi oferta son cien años". Mozart dijo finalizando su pieza. Los armónicos resonaron en el salón, en ese momento la lluvía se detuvo y la luz regresó.

"¿Aceptas mi oferta?"

Permanecí en silencio. Cien años en los que mis seres queridos y el mundo entero estarían congelados en un solo momento.
Yo tendría más de cien años para cuando regresara, y nadie lo sabría, pero yo quería ser el mejor compositor que el mundo jamás hubiese conocido. Sin dudas, con todos esos manuscritos y un piano por cien años. Sin distracción alguna

"Acepto" respondí con convicción. Mozart sacudió su cabeza y se puso de pie. Colocó su cálida mano sobre mi mejilla

"Pensé que lo harías. Pobre chico" caminó detrás de mi, escuché el eco de sus pasos y su voz ahora se desvanecía

"Te veré en cien años"  concluyó y después de eso, hubo un silencio absoluto.

Pausa (Vers. Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora