Mi vida. Tu vida. Nuestra vida.

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Taiga entró al salón y antes de que terminara de sentarse en su puesto todas las miradas estaban sobre él.

Era obvio. ¿Quién llegaba a la clase de Derecho Penal con un bebé encima?

Solo él, puesto que su madre se había enojado y no había querido cuidarselo.

No dijo nada. Y nadie le preguntó nada, eso lo agradecía infinitamente. Tenía demasiados problemas como para también tener que responder a cuestionarios de personas a las que no les debía nada.

Ahora, sus nervios estaban en el profesor, él sí que tenía derecho de preguntar y hasta de sacarlo del salón de clases, lo cual sería más que perjudicial para sus notas. El examen que presentarían hoy equivalía al 38% de la nota total de la materia.

En resumen; o llevaba al bebé o daba la materia por pérdida.

Y no, la matrícula estaba demasiado cara, con todo y la beca que le cubría la mitad.

Hiro estaba gorgoteando en su regazo, algunos de sus compañeros le hacían carantoñas discretamente, pero no más. Taiga quería tenerlo lo más calmado posible, puesto que sabía que su pequeño era muy quejunbroso, siempre lo había sido, y ahora con 6 mesesitos lo era más.

Esa fue la imagen con la que se encontró el profesor Aomine Daiki cuando entró con su habitual seriedad y dureza a impartir su clase.

Todos los pupitres se arrastraron, los alumnos se acomodaron rectos en su puesto.

—Buenas noches, jóvenes. — Saludó, antes que nada.

La respuesta se dio a unísono.

Y ahora sí, prosiguió con lo de interés.

—Kagami Taiga. — Llamó, no hacía falta decir nada más.

Taiga se levantó tan rápido como pudo sin molestar al bebito.

—Profesor Aomine, yo... No tuve con quien dejarlo esta noche. — La sinceridad era su mejor arma en ese caso. No tenía la fuerza mental de inventar una mentira creíble. —Le prometo que no será una molestia...—

Daiki observó a su alumno, y luego bajó la vista hasta el hijo de éste, era un pequeñito de ojitos rojos y cabello igual de bicolor, realmente eran dos gotas de agua. Volvió a levantar la vista.

—Muy bien. — Aceptó, dio media vuelta y se detuvo frente al escritorio, empezando a sacar unos papeles del maletín.

Taiga se sentó aliviado, con el corazón retunbandole en el pecho.

—Cómo ya saben, el examen será escrito e individual, tienen dos horas, y no más, para terminarlo—


—Cómo ya saben, el examen será escrito e individual, tienen dos horas, y no más, para terminarlo—

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Llevaba a penas una cuarta parte del examen y Hiro había empezado a ponerse inquieto y quejumbroso como solo él sabía hacerlo. Nadie decía nada, pero estaba seguro de que estaba empezando a ser molesto.

El CHICO DE LA CLASE NOCTURNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora