Epilogo 1: PODEMOS

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Parte escrita por LuisaPaz4

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El tratamiento salió a la perfección. Los resultados fueron al 100% exitoso. Si bien ya no podría volver a jugar basket, ni hacer deporte, ni surfear, ni nada excesivo, al menos podría caminar sin sentir que moriría cada dos metros recorridos.

Ahora podía estar tras Hiro cuando daba pasos tambaleantes hacia cualquier lado, podía bañarlo y sacarlo a pasear al parque en las tardes. Podía encargarse de su pequeño como siempre lo había hecho.

Ahora vivía con Daiki, definitivamente.

Muchas cosas habían cambiado a raíz de su tratamiento con los electrodos.

Principalmente porqué Aomine había estado a punto de colapsar de miedo cuando Taiga había entrado a la sala donde se le harían los choques. Había tenido suficiente tiempo para reflexionar acerca de lo qué estaba haciendo.

Ser comparado con un abusador asqueroso como Nash, fue la gota que rebasó el vaso. Algo estaba haciendo mal, a pesar de creer que lo estaba haciendo todo bien. Debía arreglarlo, por él mismo, por Taiga y por Hiro debía arreglarlo.

No quería darle esa vida a sus dos nuevos amores.

Kagami fue el hombre más feliz del mundo al saber y tener testigos (Satsuki) de que el Moreno estaba yendo a terapia, con un especialista en Estrés Pos-Traumatico en militares.

El proceso, al igual que el suyo propio, fue lento y angustioso. Sin embargo, luego de unos cuantos (cinco meses) los resultados se vislumbraban en ambos.

A Aomine aún le costaba dejar salir a Taiga. Cuando este se ponía a realizar cualquier trabajo que pareciera un poco duro: como cargar la silla alta de comer de Hiro de un lado al otro, Daiki simplemente se daba media vuelta y se escondía en cualquier lado, para no mirarlo, para no arrebatarle el objeto, para no reñirlo, para no comprobar que estuviera bien.

La primera crisis asmática que Taiga había tenido luego del tratamiento había sido por correr tras Hiro en un intento desesperado y exitoso de evitar que cayera del respaldo del sofá al que se había subido sin el mayor darse cuenta. Lo había atrapado, gracias al cielo, pero a costa de caer al suelo respirando a penas, los labios azules y llorando. El trayecto de la cocina al Living era mínimo, pero solo eso y el susto que le pegó su niño travieso fueron suficiente para desencadenar la crisis.

Más Daiki acababa de llegar de su trote matutino y con agilidez había buscado el inhalador que Taiga se negaba a llevar en el bolsillo y había resuelto la situación.

Claro que las aguas se caldearon un segundo después.


Claro que las aguas se caldearon un segundo después

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El CHICO DE LA CLASE NOCTURNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora