Esa mente perturbada

769 84 10
                                    


Capitulo escrito por mi.

Capitulo escrito por mi

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Angélica deseaba revivir esos días de felicidad cuando su familia estaba unida, cuando ella y su esposo se sentaban en la mesa a comer y reían.

Pero entonces nació Taiga, su pequeño retoño. Pero tan pronto como supieron que había nacido bajo el ala de la concepción, siendo un doncel, su ira creció a raudales. Solo las mujeres tenemos el derecho de dar a luz  le había dicho a su esposo, pero el como siempre había sido, solo le había hecho de lado y afirmado que su hijo era su hijo, que si había sido bendecido de esa manera solo lo amaría más y protegería.

Y tuvo razón; le protegió. Cuando taiga tenía alrededor de 10 años, fueron atacados en una avenida poco transitada. Tora le traía del instituto, los habían abordado un par de tipos intentado llevarse al pelirrojo. El hombre lucho hasta perder la conciencia y; para cuando fueron socorridos, ya era demasiado tarde.

Pero no se habían llevado a su hijo y; al menos se fue feliz pensando que sería protegido, que viviría, que sería feliz. Más no lo fue.

Desde el nacimiento de Taiga, todo había ido cuesta abajo para Angélica, al no ser lo que ella quería, el hijo que ella deseaba. Pero ahora que sabía que Hiro era un hombrecito en toda la extensión de la palabra, lo convertiría en el hombre que debía ser, no pensaba perderlo tan fácilmente.

− ¡Quiero de vuelta a mi bebe Nash! ¡Lo prometiste!−

Angélica caminaba desesperada, había sido un inferno quitar las esposas del rubio y este estaba muy enojado puesto que odiaba perder sus juguetes y para el Taiga lo era. Le pertenecía, el lugar de Taiga era bajo la suela de su zapato.

−Hare lo que sea, lo que me pidas, pero devuélveme a mi niño, él es mío, tiene que ser mío−

Nash dejo a un lado el licor barato del que estaba bebiendo, se estiro como si de un rey se tratara en el sillón caro en el que estaba sentado, la maldita mujer quería un mocoso. Pues se lo daría. No iba a dejar ir esa minita de oro que era, el dinero que había heredado por la muerte de su marido hacia tantos años atrás daba sus frutos con cada año que lo trabajaba en la bolsa, además claro des pequeños negocios ilegales de los que sabía estaba al tanto pero al parecer poco le importaba por sus estúpidos intereses personales.

Típico de una mujer como lo era ella.

Loca.

−Lo tendrás, pero antes... ¿No tienes algo que hacer zorra?−

Angélica se apresuró a obedecer, el rubio no era un hombre feo, buen rostro, suave cabello rubio y excelente en la cama. Le encantaba y no iba a negarlo. Era algo más por lo que odiaba a Taiga ¿Cómo podía negarse ante tan imponente hombre? ¿Cómo pudo ver el a la escoria de su hijo y no a ella que aún se conservaba bella? Con una rapidez hambrienta, se acercó y bajo la bragueta del pantalón del hombre, le vio darle una calada al cigarro de mariguana que fumaba y sin dilación uso su boca para complacerle.

El CHICO DE LA CLASE NOCTURNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora