12 de marzo de 2020

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No busco llegar a nadie, que nadie lea lo que pienso o siento. Sólo busco que este pequeño rincón sea mi desahogo para ocupar la mente aunque sea por unos minutos y que pueda servir de ayuda a alguien que se sienta como yo en estos momentos.

No tengo aún un plan, ni de escritura ni de vida. A un mes de cumplir la mayoría de edad no entiendo como mi vida está más patas abajo que nunca, sin ningún tipo de rumbo; no sé qué va a ser de mí, ni lo busco. Por triste que parezca, me importa todo más bien poco y este relato es una actitud parecida a la de escuchar música triste cuando estás en el peor de tus días: no tiene función mayor que la de autodestruirme.  



No quiero hablar con nadie, no quiero estar con nadie, no me sale poner una buena cara ni dentro ni fuera de casa y entiendo que es natural, que cualquiera puede tener días así. Lo que no entiendo es por qué no lo comprende el resto. Siento en el alma que te preocupes por mí, pero no lo quiero, de veras. Siento parecer una niñata orgullosa, inmadura, desagradecida... Pero hay veces que incluso me cuestiono si quiero ser. 

Ahora mismo, todos están en silencio haciendo un examen y creo que es el mejor momento del día. Es egoísta, o incluso cruel, pero me gustaría que no abrieran más la boca hasta la salida para poder escuchar mis pensamientos en voz alta sin interferencias, como hago justo en este momento. 

Parece que sólo siembro odio, ira, y dolor; cuando realmente lo que más necesito es lo contrario pero no encuentro a nadie del que quiera recibirlo. Ni palabras, ni caricias, ni nada. No quiero nada de nadie, ni de mí misma. Me siento como una vaca de camino al matadero: lo siento por dentro, pero no puedo hacer nada en contra de ello.

Hay días que me levanto y pienso que otra vida es posible y que no tengo porque estar así, pero esa idea es efímera y se volatiliza  cuando me paro a pensar un poco acerca de la situación. A veces, me gustaría refugiarme en esos momentos y pensar que todo anda bien aunque sea por consolarme de algo que no tiene remedio. Y no tiene remedio porque soy mi peor pesadilla: al igual que soy mi mejor impulso, también puedo llegar a ser el peor de mis frenos pero, ¿y qué? ¿Qué más os dará? Si mi alma lleva meses llorando en silencio y hasta que no lo habéis visto en mi rostro no habéis hecho nada por hacerla parar... 



Sigo pensando en eso, en que me queda un mes para conocer aquello que titulan como "libertad" y cada vez me siento más presa de una situación que me angustia, me atrapa y sólo quiero volar y no sé cómo. ¿Escapar? No sé si es la mejor opción cuando no tengo donde caerme muerta sin que sea el sitio en el que no deseo estar, aunque no siempre fue así... Antes "casa" era sinónimo de "refugio", después de mucho esfuerzo por ambas partes para que así lo sintiera y en menos de veinticuatro horas, he vuelto a sentir que la bestia duerme a mi lado y que mejor sola que con ellos, o contra ellos que define mejor la cuestión incluso. 

No busco que me comprendais, nadie. Ni lo quiero. Sólo busco que actuéis en consecuencia de vuestros actos para poder comprender algo yo, cosa que me cuesta. No busco echar pulsos sin sentido, aunque penséis lo contrario; el problema es que ya no hay fuerza mental para jugarnos el papel de quién está por encima de quién, cuál de los dos bandos es el que rebosa poder... 



No quiero aburrirme más tratando el mismo tema en bucle; sólo espero traer mañana palabras de aliento y no otro relato que muestre aún más que hasta yo misma me abandonaría en estos momentos. 

Pequeño caos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora