17 de marzo de 2020

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"To know whom to write for is to know how to write."  Virginia Woolf.

Creo que la mejor delicia que hoy me ha podido pasar ha sido comenzar esa lectura obligatoria que tenía ahí atrancada desde hace ya un tiempo, porque Carmen, me siento tan identificada contigo... Esto no es más que una copia barata de uno de tus cuadernos y collages; dejando paso a la imaginación a la hora de contar lo que me sucede...  Aquí lo que importa es la escritura y no la forma, y la poca forma que coge forma es porque el contenido la exige. 

Me encanta leer el testimonio de mujeres como ella, que en una época anterior a la mía supieron ver los motivos por lo que luchamos todas las de ésta. Ya era hora que para Selectividad se leyera la obra de alguna mujer...

Relacionado con lo escolar pero ya no desde el disfrute, cabe destacar que mañana empieza la rutina online y no sé hasta qué punto lo voy a agradecer u odiar. Era todo tan perfecto cuando yo me organizaba las mañanas... He aprovechado el tiempo de maneras que yo no creía posibles, y eso me ha hecho recuperar un poco la confianza en mí misma: en qué sí tengo ganas de hacer cosas, de luchar, de seguir adelante... Pero mañana me vuelvo a abandonar a lo estricto de la rutina desde la comodidad del pijama en mi habitación (no soy capaz todavía de verle la seriedad a esto).


En la calle ya no se sabe ni lo que pasa: ahora llueve, ahora no... Los perros no dejan de ladrar. Creo que buscan comunicarse unos con otros y comprender por qué ahora hay tantos paseos diarios. La gente sale al supermercado (y a lo que no es el supermercado) cubiertos hasta arriba, y con las peores de sus galas que encestar en la lavadora nada más llegar de su paseo matutino (del perro, como no).

Lo que ellos no saben o no quieren saber, es que detrás de cada mascarilla hay unos ojos, y los ojos cuentan historias. Historias que no caben en ningún papel, tan enormes que nunca podrán parecerse a lo que yo plasme aquí, aunque lo intente desesperadamente. Eso no hay manera de cubrirlo. 


En estos días, pienso en mis abuelos. En los cuatro, aunque ellos ya no estén aquí conmigo. En las verdaderas miserias que tuvieron que vivir durante y las que les dejó después la Guerra. La incertidumbre de la niñez sumada al pesimismo de la situación, a la desesperación del hombre y la sordidez extrema. ¿Cuántas veces pasarían hambre? ¿Cuántas cosas son las que no recuerdan o prefieren no recordar? 

Mientras todo eso ya es historia, yo llego a pensar que soy desafortunada por vivir esta situación. Teniendo todo en mi mano. 


Y no me refiero sólo al confinamiento, sino a la situación que me lleva rondando por la mente desde que comenzase el 2020. Ahora mismo tengo todo el tiempo del mundo para pensar, para echar la vista atrás, ver con que piedra fue que tropecé e intentar apartarla del camino. ¿Se le puede coger cariño a la piedra? A veces, esa duda resuena fuerte en mi cabeza cuando mi cuarto se llena de silencio absoluto. ¿Se pueden confundir las flores con piedras? 

Creo que ese es uno de los problemas de no saber con quién caminas a tu derecha y a tu izquierda. Peor es aún hacer el camino sin conocerte a ti mismo. Siempre que creo haberlo conseguido, vuelvo al punto de partida. Creo que ya ha llegado la hora de hacer un alto; no importa si todos siguen hacia delante y nadie me espera. Necesito este momento, necesito mi momento. 

Y no es sólo importante conocer lo que eres, sino lo que quieres ser. A veces, miro hacia delante y sólo hay niebla. Esa niebla es la incertidumbre que tengo por el futuro, la duda existencial "¿qué será de mí?"... Y está bien abandonarse al destino y a los planes de Dios pero habrá decisiones que sólo pueda tomar yo... Pero eso asusta, no lo voy a negar.


Alegrándome de volver a escribir un día más y tras haberme abierto en canal, sólo espero leer esto en un futuro y pensar que fue duro el camino, pero mereció la pena el destino al que me hizo llegar. Pero sobre todo y por encima de todo lo demás, afirmar que me conozco verdaderamente y más allá,  que lo que conozco es lo que siempre he querido ser. 

Aunque no sepa hasta qué punto eso sea atentar hacia lo que verdaderamente soy ahora. 


Pequeño caos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora