16 de marzo de 2020

2 0 0
                                    


Después de un par de días sin aparecer por aquí tampoco creo que tenga mucho que contar, y no sé si eso es algo de lo que tenga que alegrarme en parte.


El fin de semana no se ha sucedido mal: lo podría resumir en miles de horas gastadas en limpiar lo material y deshacerme de recuerdos buscando que eso ayude a hacerlo en lo personal, pero no sé hasta qué punto o en qué manera todo eso puede ayudar.  Ahora, eso sí, se me ha quedado bien bonita la habitación y parece que está todo a estrenar de lo reluciente que se encuentra. 

Volviendo a lo que respecta a los sentimientos, he notado un gran cambio. Me alivia estar en casa. Me alivia no saber cuándo vamos a poder salir de aquí. Me alivia por una vez tener la incertidumbre de no saber lo que va a pasar con mi vida y no tener yo las riendas de todo. Echo de menos en parte salir a la calle, pero hasta el momento, me he llenado lo suficiente la mente y el tiempo de cosas que hacer para no sentir ese anhelo; una "to do list" con capacidad infinita para acoger cualquier idea descabellada que se me ocurriese. 


Todo el mundo sale a sus balcones, ya no importa tanto el por qué, solamente por el hecho de despejarse, bailar, ver la calle... He conocido las caras de las personas que viven frente mi ventana después de diecisiete años mirando tras ella todos los días. Es algo que me choca, pues se está viviendo a escala global; incluso en las grandes ciudades donde la tendencia es la soledad y pasar desapercibido dentro de la gran multitud. Parece que vamos a contracorriente a sabiendas: cuando tenemos la oportunidad de pasar tiempo con todos aquellos que deberían ser nuestros seres queridos lo desperdiciamos, mientras que ahora que no tenemos la posibilidad lo buscamos como la polilla a la luz. Y busco la manera de salir de casa aunque no tenga motivo, aunque haya días que no salga porque quiero. Y arraso con comida de los supermercados que no tendré tiempo de comerme en lo que queda de año... 

¿Por qué damos tanto asco cuando queremos los humanos? 

(Lo triste de esta pregunta es que no hace falta estar en situación de pandemia para planteársela). 


Creo que este tiempo me está renovando. No digo que vaya a ser un gran cambio definitivo; a lo mejor quedo peor cuando tenga que salir de casa y ya no quiera, o no pueda... Al menos he tomado la conciencia de que no se puede estar todo el día aquí sentado sin hacer nada por mucho que la voluntad mía esté a merced de otros, y en eso sí que únicamente soy yo la que incido. Puedo quedarme sentada a mirar como se me va el tiempo, o aprovecharlo; y por ahora decido la segunda.


Tampoco soy capaz de imaginarme como sería todo si no se hubiera producido todo esto. Es difícil en realidad si te lo planteas, y hace una semana ni me lo olía. Pero si me paro a pensar no creo no ser capaz de hacerme a la idea; es que simplemente estaría tan perdida y destrozada que prefiero no tener esa imagen en mente porque ahora es mejor reír. Es mejor pensar en positivo y mirar a lo que vendrá y no a lo que hay, que desgraciadamente son todo noticias que nadie quiere escuchar. En mitad de esta negatividad, este pesimismo; me siento más optimista que de costumbre. A lo mejor me siento ambientada, a lo mejor ahora me siento comprendida ya que todo el mundo vive lo que yo llevaba por dentro desde hace un tiempo; no lo sé...


Lo único que sé, es que prometo aparecer por aquí otra vez, por si alguien le interesa; por si me sigue interesando luchar por mí... 

Pequeño caos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora