Alguna vez fue llamada «la tierra perdonada por los dioses», aunque actualmente prefieren definirla como la utopía envidiada. Se trata de un reino oculto en el fondo de un bosque, resguardado por una enorme muralla de piedra blanca que ha sido devorada por la naturaleza tras varios años. Allí habita un grupo de personas genuinamente laboriosas, con reputación impecable hace siglos y tradiciones que han perdurado por generaciones. Como príncipe heredero del trono, ciertamente había sido una decepción para el pueblo luego de su primera infracción —si es que puede llamar así a su rebeldía—, cuando tenía seis años y decidió que prefería hacer lo que deseara sin esperar a ningún ritual estúpido.
Es decir, ellos tenían tradiciones para toda acción que quisiera realizar. Si iba a tomar un arma por primera vez, debía llevar a cabo algún tonto festejo —su primer error que desafió a las masas exigentes— e incluso debía seguir una secuencia de pasos antes de salir al bosque. Naturalmente, prefiere no obedecer las reglas, siempre ha sido un niño terco incluso a la corta edad de siete años, cuando huye del reino sin pensarlo mucho. Fue a partir de un plan meticuloso que logró confeccionar después de sus tres intentos anteriores, se apoya en la experiencia que reúne para escalar el muro de piedra con dos dagas de acero, luego de hacer que esos guardias que resguardan su cabaña duerman por un rato con el maravilloso té que pudo hurtar de sus padres.
Cuando sus pies descalzos tocan el barro frío del exterior, una sensación increíble lo invade, como si el enigmático bosque estuviera recibiendo su presencia a gusto. Desde entonces, sabe que van a llevarse excelentemente.
Según sus padres —además de otros adultos, especialmente los más ancianos del pueblo—, cada centímetro del bosque poseía vida propia, podía crecer, sentir e incluso oír, hace que se sienta junto a un amigo cercano o algo así. Después de tantas historias frente a la fogata —aventura, peligro, descubrimientos asombrosos—, decide que debería buscar su propia travesía. Katsuki era pequeño en ese entonces, pero sabía exactamente qué deseaba hacer y no tenía intenciones de perder tiempo. Probablemente se ganaría el odio de su pueblo, piensa a medida que avanza a través de la vegetación, sin embargo, no le interesa tanto como tendría que hacerlo, hay cosas que prefiere antes que convertirse en monarca, reconoce.
Ama el bosque de una manera que nadie entendería, o eso cree, aún si apenas lo conoce.
Camina durante varios minutos, a pesar de que no tenía ninguna noción de adónde iba o qué haría, se mueve hacia un rumbo desconocido. En realidad, no lo había pensado en lo absoluto, había estado tan ocupado confeccionando su plan de escape que no reflexionó en qué pasaría después. Sin embargo, hay algo ciertamente enigmático allí, una sensación que jamás ha experimentado antes. No le causa miedo, solo despierta determinación y algún instinto desafiante en su interior, se pregunta si todas las personas han experimentado lo mismo antes. En el fondo, piensa que sabrá exactamente qué hacer cuando llegue el momento, después de todo, es lo que un aventurero real hace.
Percibe un olor particular en algún punto de su trayecto, hace que se detenga de pronto, demasiado fuerte como para ser ignorado. Aún a temprana edad, Katsuki posee un olfato increíble —como dicen en el reino, un muchacho con talento desperdiciado—, así que rastrea rápidamente el origen del hedor y es cuando encuentra una cueva mediana hecha de piedra, en donde la sangre fluye a través del césped hasta la punta de los dedos de sus pies. No iba a admitirlo, pero se alarma por un instante, a pesar de tanto tiempo presumiendo su increíble coraje —evidentemente, nunca se topó con una situación similar— y avanza de todas formas.
Ve un nido construido con ramas, lodo y muchos otros tipos de desechos, en donde podría caber un adulto humano. El hedor era más fuerte allí. Hay un cascarón de huevo en el suelo, al parecer la cría de alguna bestia, pero percibe tanta sangre que le provoca un mareo abrumador. Inmediatamente une los puntos —sangre fresca, el escondite de una criatura aparentemente enorme—, piensa que podría haber sido obra de un carnívoro poderoso. Prefería no convertirse en su siguiente presa, por supuesto, cree que lo mejor sería huir, al menos es lo suficientemente sensato para pensarlo. Sus rodillas aún tiemblan cuando voltea, dispuesto a ejecutar una escapada de camino al reino, pero se detiene tan pronto nota la presencia de una persona.
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Vastag | Bakushima.
FanfictionLa familia Bakugou son los monarcas de un pueblo antigüo que vive rodeado de un espeso bosque, aceptando aquello que la naturaleza desee otorgarles y siendo resguardados por los dioses que tomaron formas de animales para cuidar del ecosistema. Katsu...