Vastag es un reino antigüo, rodeado por un imponente bosque, siendo resguardado por los dioses que hace siglos atrás habían tomado forma de animales. Ha tenido cientos de nombres antes, envidiada e intocable, pero finalmente solo tiene un título. Se dice que había comenzado como una comunidad humilde que logra establecer una conexión con los primeros guardianes del bosque, pero no está seguro del todo, sus padres jamás fueron comunicativos al respecto a pesar de su exigencia —sinceramente, cree que ellos no saben nada en lo absoluto— y ha oído tantas versiones distintas que comienza a dudar de la validez de cada una. Sin embargo, ese día sus dudas van a esclarecer un poco más.
Ha mencionado antes que dentro del reino existen ciertas tradiciones para muchas de las actividades que le gustaría realizar, lo cual es ciertamente desagradable, pero su madre cree que había llegado el momento de conectarse con los dioses del bosque —después de su última escapada, tuvieron que adelantar un poco sus pasos, se trata de un asunto delicado— y esa mañana podría ser inolvidable por el resto de su vida. Por supuesto, está preparado a primera hora, incluso antes que cualquiera. Ningún atisbo de luz se filtra a través de su cortina aún, pero parece sumamente entusiasmado, guardando algunas de sus pertenencias indispensables dentro de un bolso.
Como lo había hecho su abuela con su madre alguna vez, conocería a la diosa loba, lo que es ciertamente emocionante —incluso olvida el hecho de que la mujer estaba intentando llevarlo por el camino que ella había recorrido antes, detalle que podría hacer que se moleste— e hizo que no sea capaz de dormir mucho por la noche. Cuentan que se trata de una bestia enorme que hacía aparición en pocas ocasiones, un ser precioso con pulcro pelo blanco y enormes ojos, mantenía una conexión especial con la reina que sería heredada en esta ocasión. Admite que ha estado tan distraído que no fue consciente del pequeño dragón despertando en el nido que confeccionó para él en una esquina de la cabaña.
Aún es demasiado diminuto, curioso y a la vez cauteloso, tan tímido que no se había atrevido a mostrar de nuevo su forma humana a pesar de que se lo ha pedido reiteradas veces, hasta decidir que debería darle su espacio. Katsuki le había construido un nido, tratando que parezca tan similar al anterior como puede, cree qué así se sentiría más cómodo y su plan funciona. Según su padre, los dragones suelen crecer rápidamente y se detienen en algún punto, pero después de dos semanas completas no logra encontrar algún cambio. Una parte de sí mismo desea que nunca lo haga, podría cuidarlo como a un bebé por siempre —sí, sorprendentemente le agrada—, sin embargo, también le gustaría verlo como una criatura adulta que podría cabalgar, lucirán geniales juntos.
Se estira como un felino, bosteza y luego se acerca al príncipe. Agita sus pequeñas alas y por unos segundos se planta frente al niño con grandes ojos rojos, pero parece más interesado en vagar alrededor de sus pertenencias mientras examina cuidadosamente, como si estuviera intentando descifrar lo que sucede. De alguna manera le resulta tierno, piensa que esta criatura ha estado ablandando sus peores partes. Nunca antes se ha dedicado a cuidar de nadie, hace que su corazón —que hasta entonces había creído inexistente, en sentido hipotético— se derrita. Incluso a veces se topa con la necesidad de jugar con el diminuto dragón o intentar sacar un ronroneo de su pecho, es humillante lo débil que se ha vuelto.
Hace unos pocos días atrás, su madre le había otorgado un nombre. Katsuki no estaba de acuerdo, pero nunca fue exactamente bueno en ello y permite que escoja algún título que le agrade. «Eijirou», dice al final, mientras observa a la pequeña criatura a los ojos como si pudiera leer su mente, «Kirishima». Decide que le gusta, así que se queda. Además, el dragón lucía sumamente alegre al oír las palabras salir de su boca. En ocasiones se encuentra a sí mismo llamándolo por una variedad de apodos, sin embargo.
—¿Cuándo vas a crecer un poco, lagartija? —murmura Katsuki en algún punto, contemplando las acciones del dragón distraídamente. La criatura se detiene y lo observa con atención, como si entendiera sus palabras—. ¿Sabes qué? Mejor quédate así como un bebé.
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Vastag | Bakushima.
FanficLa familia Bakugou son los monarcas de un pueblo antigüo que vive rodeado de un espeso bosque, aceptando aquello que la naturaleza desee otorgarles y siendo resguardados por los dioses que tomaron formas de animales para cuidar del ecosistema. Katsu...